Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

“Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios:
que si pedimos conforme a su voluntad, El nos oye.
Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones,
podemos estar seguros de que ya tenemos lo que hemos pedido.”   
                                                                                         1 Juan 5:14,15

Mucha gente proclama que tiene fe. Fe en el futuro de nuestra nación.  Y mucha gente nos pide que tengamos fe. 

Pero la fe no se compra en tiendas, ni se otorga por deseo,  porque ella se nos da por gracia. Aquellos que realmente la tienen o dicen tenerla, muchas veces sucumben ante las pruebas, o ante la avasalladora realidad que tratan de cambiar. Y es que ciertamente es difícil mantener la fe cuando las cosas andan mal, porque la verdadera fe se conoce en las pruebas.  Pruebas difíciles o situaciones que no parecen cambiar, y que nos ponen a dudar o a mantener una dualidad en nuestras creencias. Cuando decimos ¡Tengo fe! Y a seguidas ponemos un “pero…”, le restamos fuerza a nuestra fe o sencillamente la anulamos, porque no se puede tener fe y dudar, son incompatibles.  La fe es completa.  No hay fe a medias. Lo que oramos privadamente y lo que hablamos cotidianamente, normalmente son contradictorios y por eso nada sucede.  Si usted está pidiendo sanación y proclamando lo mal que se siente día tras día, no espere ver milagros.  Lo mismo aplica con las situaciones de crisis que vivimos todos los dominicanos, la peor de las crisis que podamos recordar, porque en mayor o menor medida, ha golpeado la calidad de vida de todos.  Y es natural que nos quejemos, pero la queja no debe ser el pan de cada día, lo único que repita acompañado de saña, o amargura, porque todo eso que tiene su corazón cuando lo proclama, se dispersa en el ambiente haciéndolo aún  más pesado. Si convirtiéramos cada lamentación en pensamiento positivo, la fuerza de nuestra fe redundaría en milagros palpables. Yo pienso que lo único que no nos pueden quitar es la fe, y en la medida de nuestra fe, la esperanza.  Con ella se construyen palacios y se derriban murallas.  Sólo si sabemos el poder que está en cada uno de nosotros, podremos proclamar que las cosas van a cambiar para bien.  Y no sencillamente sentándonos a esperar el maná del cielo.  No sencillamente soñando que nuestro próximo gobernante, en quien depositamos ese caudal de fe y de esperanza, tiene que ser el hacedor de todas las soluciones, porque cada uno de nosotros tiene su parte en la maquinaria del progreso.  Si nos echamos, de seguro que no va a andar.  Así que, revistámonos de fe, como dice la Palabra, porque “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota.  Cada mañana se renuevan sus bondades, ¡muy grande es su fidelidad!”.  Y con esa carga de fe, sazonada con alegría, entregarnos cada uno a hacer nuestro trabajo, a hacerlo mejor que  nunca, a hacer lo correcto (aunque muchos digan que lo correcto no deja) , les aseguro que sí le reportará abundancia y plenitud espiritual, tesoros que se multiplican cada día y que jamás se agotan. Atrévase a creer desde hoy que su vida se llena de prosperidad, de abundancia y de alegrías.  Créalo firmemente, como si de verdad ya lo estuviera viviendo y verá los resultados.  Pero debe ser paciente, porque la fe se alimenta de la paciencia, de la perseverancia y de la valentía. “La valentía viene de confiar en Dios.  No puede ser obtenida mentalmente. Viene de creer lo que Dios dice sin hacer caso de cómo se vean las circunstancias. ¡La valentía viene de la fe!  ¿De dónde viene el desánimo? Del temor y la incredulidad. Como pueblo de Dios, usted y yo debemos sacudirnos el desánimo, ¡y levantarnos con valentía! Debemos dejar de mirar nuestras capacidades, fracasos y limitaciones, y comenzar a mirar a Dios.  Debemos levantarnos en el nombre de Jesús y en el poder de Su Espíritu y establecer el reino de los cielos sobre la tierra.”  Sobre esta tierra, nuestra tierra.  Sobre nuestra República Dominicana.  No importa lo abatida que se encuentre su gente, sabemos que podemos construir una nueva sociedad de fe, de trabajo, de constancia, de alegrías y de futuro.  Empiece ahora.  Coloque su mente y su corazón en la plenitud de Dios y le sobreabundará la esperanza.

 

En nuestra portada y páginas centrales les presentamos a una bella mujer, madre de seis hijos y exitosa empresaria: Maja Bassa, quien nos afirma que “cada día es un privilegio despertar y estar viva”.  Pero además, interesantes reportajes como el Toque Peculiar de Margarita Simó, y el hermoso trabajo creativo de Charo de Dominguez, les permitirán sentirse orgullosos de nuestros talentos, mientras disfrutan las variadas actividades sociales y deportivas de la quincena.

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