Alguna vez se ha preguntado por qué hay tanta alegría en la Navidad? ¿Por qué, de repente, nos volvemos más generosos, más solidarios, más comprensivos? Algunos tendrán la respuesta. Otros, una leve idea que se repiten tradicionalmente sin entenderla a ciencia cierta, y muchos, la mayoría, desconoce el inmenso regalo de renovación de la esperanza que nos da nuestro Creador cuando, cada Navidad, recordamos el nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre para salvarnos. Y siendo ésta, la esencia de la Navidad, la motivación central de esta fiesta, no comprendo cómo tan fácilmente nos olvidamos de su protagonista, de Aquel que aún hoy, a más de 2,000 años después, sigue renovando sus promesas y rescatando a una humanidad que olvida y da la espalda al Supremo Bien.
Es pues, el tiempo de recordar tan alto sacrificio, solo posible por el amor inmenso de Dios sobre nosotros. Sin embargo, nos perdemos en agobios y derroches, en regalos y fiestas, pero olvidamos llevarle al agasajado y protagonista de esta fiesta, los simples regalos de gratitud, de perdón, de confianza, de alabanza, de amor. Regalos que no tienes que comprar, porque están dentro de ti. Regalos que te harán un mejor ser humano, y llenarán tu vida de bendiciones. Regalos que cambiarán tu vida para siempre, dejando fuera el temor, la pobreza, la enfermedad o el dolor.
¿Por qué no lo intentas? Inicia tu Navidad, tu cena de Nochebuena, con un Gracias al Padre por su amor infinito. Comparte con tus hijos y amigos el inmenso honor de ser hijos del Dios Altísimo. Proclama sus bendiciones en tu vida y da generosamente a quien lo necesita.
Una luz resplandeciente de amor cubrirá tu mesa, tu casa, tu familia y tus sueños, y no sentirás jamás temor del futuro. Descansarás en sus brazos y sentirás la paz en tu interior. Ese será nuestro regalo de Navidad para ustedes, nuestros fieles lectores y la certeza de su promesa haciéndose realidad en nuestras vidas, como lo expresa Pablo, en Romanos 8, 38-39:
Por lo cual, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo, Señor nuestro.
Hay una promesa contundente en la Palabra de Dios que afirma: No temas, porque Yo estoy contigo. Y esa promesa, como muchas otras, es atemporal. Ha sido, es y siempre será. Porque una promesa de Dios es para siempre.
En nuestra portada y entrevista central presentamos una hermosa combinación de cinco parejas de hermanas, unidas por el amor y el gusto por la moda. Ellas son nuestras protagonistas para desearles una Feliz Navidad 2010 y un venturoso Año Nuevo 2011. Así, con el sugerente título de Elegancia y Armonía por partida doble, María Amelia y Ana Amelia Haché, Jaqueline y Joanna Then, Katherine y Dayanna Tejeda, Letty y Janet Rivera y Verónica y Mónika Varela, nos confiesan sus preferencias y su complicidad como hermanas. Pero además, interesantes reportajes de fín de año, nuestro Bazar con las tendencias de temporada, nuestras atractivas secciones, y las más selectas actividades sociales de esta activa épocaw navideña, los llevarán por un recorrido placentero y de interés colectivo.
Nuestros mejores deseos por una Navidad de paz y amor, y un nuevo año 2011 lleno de refrescantes expectativas.
Hasta la próxima y que Dios les bendiga siempre,