Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

POR MARIBEL LAZALA
“Lo que necesita el mal para triunfar, es que los hombres buenos no hagan nada.”
Edmund Burke

La sociedad dominicana vive con estupor el florecimiento de la violencia y la inseguridad ciudadana que cada día cobra más víctimas, casi siempre en el fragor de la juventud.

Ya es imposible mantenernos indiferentes tan sólo porque no haya tocado nuestras puertas el horror de la tragedia.  La sociedad está cada vez más envuelta en el pánico colectivo, que unos cuantos pocos depravados delincuentes han logrado sembrar con su ola de odios y violencia.  No bastan los sistemas de seguridad, que han convertido poco a poco nuestras residencias en pequeñas fortalezas, sino que la angustia se extiende a todas partes, donde sin lugar a dudas, se producen continuamente asaltos, secuestros y homicidios.  Los últimos  eventos trágicos conocidos cobraron la vida de un joven quien transitaba en su vehículo hacia su hogar y fue embestido por otro que venía a alta velocidad, mientras que otro más reciente, fue el caso de una joven de apenas quince años, quien al llegar a su casa fue asaltada, golpeada y violada por sus asaltantes, dejándola tirada en una calle, destrozada física y emocionalmente.  Es tiempo ya de parar. De que cada ciudadano se levante y ofrezca su voz de protesta ante tanta maldad.  El mal no se enfrenta encerrándonos, porque nadie tiene la potestad de aislar del mundo a su familia.  Y ciertamente, el mal anda suelto.  Y la única manera de enfrentarlo es con la fortaleza y valentía con que los padres de la joven mencionada lo han hecho.  Todos aquellos que nos sentimos solidarios ante el silencioso desenfreno de la violencia, ante la imposición de los mercaderes del ocio que ofrecen sus atractivos en horarios que para nosotros los padres, resultan inadecuados pero que nuestros hijos reclaman que a esas horas es “que se pone bueno”, debemos hacer algo.  Confieso que no sé exactamente qué, pero es tiempo de ofrecer alternativas y soluciones, que permitan a las familias tener más control sobre sus hijos, permitir que la protección natural que les proporcionen sea suficiente y evitar en lo posible, los lamentables sucesos que continuamente se están produciendo.  Se habla de pandillas de delincuentes, que no necesariamente son identificables, sino que pululan en los mismos ambientes de nuestros hijos, que supuestamente actúan en “territorios” muy bien definidos y que han logrado implantar el terror con sus acciones delictivas.  El reclamo a las autoridades es válido y resultaría lógico.  Sin embargo, no basta.  Muchos de estos asaltos han incluido militares o policías, con el consecuente descrédito hacia la supuesta autoridad. Pero ellos también han de revisarse, porque ellos igualmente tienen hijos y familias que deben proteger.  La unión de voluntades conformará el ejército de buena voluntad que necesitamos para enfrentar el peligro y el mal. “Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y de sus rodillas debilitadas. Hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se disloque sino que sane.”*  Porque no es posible que nos dejemos dominar por el mal.  No es posible que permitamos que unos cuantos se apoderen de nuestra esperanza, puesta sin dudas en las promesas de Dios para nosotros. Dice Paulo Coelho en su libro Brida, que “en las manos de cada persona Dios colocó un don: el instrumento que El usa para manifestarse al mundo y ayudar a la humanidad.”.  Es hora pues de sacar nuestros dones, y utilizarlos como espadas, colocarnos la armadura de la fe, y el casco de la confianza.  De esta manera enfrentaremos al mal y nos sentiremos seguros, porque la seguridad no es la ausencia del peligro, sino la presencia de Dios sin importar cuál es el peligro. Ya lo dice la Biblia “No tengas miedo ni te acobardes cuando veas los grandes problemas, porque la batalla no es tuya sino mía.”   Levantémonos pues, valientes, confiados y seguros, a recuperar la paz y la armonía que merecemos.

En nuestra portada y entrevista central, Lian Fanjul de Azqueta, es un ejemplo fiel de una mujer extraordinaria que ha sabido usar sus dones para ayudar a los más necesitados. Como presidenta de la Fundación MIR, ha rescatado de la oscuridad del desamparo a cientos de mujeres, niños y adolescentes, permitiéndoles iniciar un camino de luz. Pero además, interesantes reportajes de excelentes ejemplos de nuestra sociedad, nos permiten tener la esperanza de una sociedad donde reine la paz, la armonía y el amor.

Hasta la próxima y que Dios los bendiga.

*Hebreos 12, 12-13

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