Mensaje de la editora

Mensaje de la editora

“Estamos llamados a ser modelos del amor
de Dios hacia el mundo. Nuestras vidas pueden
reflejar el amor de Dios y su perdón, y siempre
hay alguien a nuestro derredor buscando esos dos regalos
”

             Eileen Caddy, “Abriendo las puertas de tu interior”

Este domingo celebramos en nuestro país el día dedicado a exaltar a las Madres, y nunca antes este sagrado compromiso se había hecho tan urgente, tan necesario, tan imprescindible. Vivimos tiempos de trascendencia espiritual en contraste con un mundo donde lo visible nos muestra el caos y el vacío existencial. Hacemos cada vez más cosas, “avanzamos” tecnológicamente, mientras existe una verdadera “edad de piedra” en nuestro crecimiento interior.  Sin darnos cuenta, hemos postergado principios, sentimientos, emociones y sueños, por enrolarnos en la vorágine de la vida actual, que sin ser esencialmente cuestionable, nos ofrece el oropel de la fama o la prosperidad material, como retos primarios de sobrevivencia. Descuidamos con conciencia o sin ella, los valores esenciales que recibimos de nuestros padres, valores y principios ancestrales que nos permitieron el control y nos ofrecieron la zapata para enfrentar la vida y sus adversidades y veleidades con criterio propio y obviamente correcto. Esos principios que no tienen edad ni tiempo, los hemos olvidado, engavetado, porque su traspaso requiere de ejemplo, de tiempo compartido, de siembra cuidadosa en la mente de nuestros hijos y nietos. Ese espacio de tiempo que tenemos la responsabilidad de tener con nuestros hijos, para establecer una conversación cálida, divertida y fluida, donde a través de preguntas y respuestas, de frases y pensamientos dejados al descuido, se vayan sembrando y germinando esos sólidos principios que les proporcionará la seguridad que  ninguna posición material  podrá darles, son trascendentales en su crecimiento y serán inolvidables en su vida. Esos espacios íntimos con nuestros hijos, a veces de forma coloquial con todos los miembros de la familia y otras de forma individual, permitirán en las madres, detectar el pensamiento, las interrogantes, los vacíos y confusiones y los sueños de sus hijos. Son estos instantes insustituibles los que permiten el crecimiento sano y los que proporcionan las herramientas necesarias para afrontar la vida.  Sin embargo, las madres de hoy, envueltas en la competitividad de la demanda laboral, no tienen tiempo, y sin darnos cuenta, esos espacios se van postergando hasta hacerse prácticamente inexistentes, y como resultado, una distante relación con sus hijos, aunque la maticen con expresiones cariñosas de manera casual y con proporcionarles toda la parte material que demandan.  Esos “momentos de oro” en la vida de nuestros hijos han sido sustituidos por el “chateo” en internet, donde no existe la complicidad gestual, donde se expresan opiniones e interioridades a veces a totales desconocidos, donde las palabras toman nuevas formas para “abreviar” el lenguaje y donde el contenido de estos “diálogos” no existe porque no aportan nada a su crecimiento. Es por ello que la madre de este siglo tiene una tremenda tarea, una inmensa responsabilidad, porque sobre sus hombros descansa el futuro de la humanidad.

De sus cuidados y de su enseñanza, de su ejemplo constante y de su empeño por transmitirles valores esenciales a sus hijos, dependerá el curso de la humanidad.  Pero no todo está perdido. Hay un gran caudal de madres valiosas, creyentes, responsables, conscientes de su misión esencial en el crecimiento de sus hijos, y lo suficientemente claras para saber proporcionarles lo más importante: la fe en Dios. Sólo a través de ese depósito de confianza ilimitada en que El cuida de nuestros hijos, nos sentimos seguras de su destino, porque solamente la fe mantiene a nuestro Ángel de la Guarda despierto,  velando por  nosotros y por nuestros hijos.

En esta edición especial con motivo del Día de las Madres, sentimos profunda satisfacción de comprobar esta verdad. Todas las madres entrevistadas en esta edición están conscientes de su misión en la crianza de sus hijos, y sobre todo, todas están convencidas de que sólo a través del amor y la fe en Dios, podrán lograr sus objetivos y sueños. Disfruten pues de esta edición que trae la novedad de la doble portada: Saraida De Marchena y su pequeña hija  Ana Sophia,  y Soraya Checo de Alvarez, quien junto a dos de sus hijos y su pequeña nieta, nos cuentan ambas, la ternura inenarrable de la maternidad y el gozo y plenitud de ser abuela. Además, indiscutibles modelos de madres, nos ofrecen el ejemplo del amor, la abnegación y la entrega. Para ellas y para todos ustedes, nuestros fieles lectores, en especial a todas las madres del país y del mundo, un solo deseo en este día, extraído del libro de Proverbios: “Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón”.

Hasta la próxima y que Dios los bendiga,

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