No se ve bien más que con el corazón.Lo esencial está oculto a los ojos.
El Principito
La mayoría de las veces, las personas enamoradas no logran explicar el por qué y cómo quedaron atrapadas en las redes del amor. Cómo determinada persona logró que trascendiera un encuentro casual para convertirlo en certeza de lo permanente y esencial. Y es que el amor, a pesar de los adelantos tecnológicos y avances en todos los órdenes, sigue siendo un misterio. Un maravilloso misterio.
Porque si bien tenemos encuentros desde el día que nacemos, con nuestros padres, familiares, amigos y conocidos, es ese encuentro especial con la persona justa, que nos atrapa y nos hace vibrar con emociones nuevas sin saber por qué. Esa persona que no sabemos por qué es tan especial, sencillamente se conecta con nuestro ser interno, abriendo una puerta desconocida y maravillosa por donde fluye un torrente de energía renovadora que nos envuelve de forma mágica. Y cuando esto sucede al unísono con la otra persona, sencillamente confirma la existencia de las almas gemelas.
Nada más maravilloso para aquellos que lo viven y lo confiman a diario, porque tal y como expresa Saint-Exupéry, en su libro El Principito, en ese instante mágico solo vemos con el corazón, y el corazón no tiene condiciones ni límites. En consecuencia, es auténtico. Pero además, afirma que lo esencial está oculto a los ojos, demostrando que aquello verdaderamente importante no está en las apariencias ni lo material, sino en sentimientos, emociones y valores inexpresables e invisibles, pero completamente reales. Ese descubrimiento nos convierte en las personas que debimos ser, antes de ser atrapados en las redes de lo material, del individualismo, el egoismo y la superficialidad cotidiana. Ese descubrimiento nos permite no solo amar a esa persona que tocó las fibras de nuestro ser espiritual, sino a toda la humanidad.
Nos damos cuenta entonces que a través de los ojos del corazón, todas las cosas se vuelven posibles, más simples, más abundantes, más plenas. Una puesta de sol nos llena de sublimidad cuando estamos enamorados. La sonrisa de un niño nos llena de ternura, una flor silvestre perdida en los arbustos es lo más hermoso, un caracol escondido en la arena es una perfecta obra de arte, en fin, reconocemos el portentoso poder de la expresión y regalamos sonrisas, afectos y perdones, haciendo nuestra vida llena de armonía.
Este es el inicio de una historia de amor, que puede durar para siempre, o esfumarse como el polvo, dejándonos en ocasiones, devastados. Porque si bien el amor es un regalo y una bendición de Dios, nos toca a nosotros construirlo, edificarlo con bases firmes que no puedan derribar las tormentas de los desacuerdos, la agresividad o el egoismo. El amor se construye, cuando convencidos de su existencia, agradecemos a Dios por la dicha de vivirlo, y en consecuencia, agradecemos el privilegio de tenerlo, cuidándolo de las amenazas del egoismo. Porque, siendo el amor una de las experiencias más inmediatas y espontáneas, es también una realidad compleja que hay que construir, plasmar y educar. Asi que, si es de los que disfruta hoy la ilusión del amor, ¡vívalo a plenitud!, con la decisión comprometida de ambos de no permitir que se resquebraje.
Si por el contrario siente que a su vida no le ha llegado el amor verdadero, no se desespere. Abrase al amor, a todas sus manifestaciones, porque lo que siembras, cosecharás, y el amor no se excluye de esta regla. Pero si no es ni uno ni lo otro, y siente la tibieza o frialdad de una relación sin ilusiones, es el momento de redecorar ese vacío interior. Empiece por desechar todo aquello que aleja o entorpece el fluir del amor en su vida. Llénelo de detalles que despierten una renovada ilusión, y por supuesto, pida la ayuda del más experto, el mejor constructor del amor porque es el amor mismo: Jesús. El traerá de nuevo el amor a su vida, la llenará de fuego y calidez, llenará el vacío entre como era antes y el ahora, logrando desechar las suposiciones, los prejuicios o las dudas. Acérquese sin rencores ni reclamos, y el amor, que nunca se agota y que a veces solo duerme, asfixiado por la cotidianidad y la rutina, despertará vigoroso y auténtico, inundando sus vidas de brillantes perspectivas. Porque insisto, el amor se construye y no se termina nunca de construir, si se opta cotidianamente por producir y gozar el amor. Si lo hacemos, estaremos colaborando como obreros del amor, en recuperar el gran proyecto que Dios Padre creó para nosotros sus hijos: un mundo de amor, paz y alegrías.
En nuestra portada y entrevista central, conozca la hermosa historia de amor de una joven pareja: Sarah Nivar y Víctor Perdomo, quienes disfrutan del incomparable tiempo del encuentro, su noviazgo y en pocos días el sí para toda la vida. Y como siempre, un contenido lleno de información, novedad y entretenimiento.
Para todos nuestros lectores, ¡Feliz Día del Amor!
Hasta la próxima y que Dios los bendiga,