El lujo es como un campo magnético de encanto y atractivo. A todos nos llama la atención y como consecuencia, lo anhelamos. No importa si parece asequible o por el contrario, un útopico sueño, siempre nos deslumbra, encendiendo el deseo de poseerlo.
Porque el lujo es más que brillo, exceso o extravagancia. El lujo es un estilo. Una forma de ver y vivir la vida con absoluta libertad, y sin ninguna preocupación. Es como una sobredósis de anhelos resueltos o un disfrute sin compromiso ni culpa.
El lujo se da. No se construye, porque aquel que lo construye o lo persigue, se apropia del mismo como un destino, y de ese modo, lo encarcela. Y el lujo es libre. Libre para anhelar, para disfrutar, para querer, para satisfacer. Aquellos que se dejan atrapar en sus redes, muy pronto entienden que siendo primo de la ambición, ésta a menudo la lacera, creando insatisfacción, apatía y rechazo. Aquel que persigue la abundancia para sí, sin pensar en los demás, es como un árbol que no da frutos, y en consecuencia, llegará el tiempo que se seque y muera. Porque sólo en la generosidad del compartir, se abren las puertas a la prosperidad, que es sin dudas, la antesala del lujo.
Un lujo que precisamente NO está en el brillo de las joyas, o en la cantidad de bienes materiales que atesore, sino más bien en el infinito privilegio de ser hijos de Dios. Y como tales, proclamar que es un verdadero lujo ser honestos, ser generosos, no importa cuán poco tengas. La Palabra dice que se abrirán de par en par las compuertas de la prosperidad en tu vida cuando das de corazón. Es un lujo tener paz en un mundo convulso. Es un lujo no temer a nada ni a nadie, en un mundo de violencias y miedos. Es un lujo disfrutar de salud en un mundo amenazado con temibles enfermedades.
Es un lujo ser feliz en un mundo agobiado, estresado y triste. Es un lujo disfrutar de un empleo y un lujo mayor si ese empleo lo disfrutas a plenitud.
Es un lujo poder decir la verdad, y reclamar justicia. Es un lujo tener un techo que nos cobija y personas que nos aman. En fin, es un verdadero lujo tener como Padre al Dios Altísimo, al Dios Omnipotente, al Dios de Misericordia y al Dios Creador del Universo. ¿Quién como El podrá aliviar nuestra carga, resolver nuestros problemas, devolvernos la salud, restaurar nuestra prosperidad y darnos todo lo que nos haga felices? Sin embargo, solo acudimos a El, nuestro tesoro infinito, cuando no tenemos salida, cuando la desgracia llega, y entonces, no solo pedimos, ¡reclamamos a Dios por permitir tanto caos en nuestras vidas!, sin pensar ni un instante que si han conocido la adversidad y les ha tocado tan fuertemente, es porque han disfrutado de bonanzas, de reales bendiciones en su vida, de las que, probablemente, NUNCA han dado gracias a su Creador.
Empiece a hacerlo ahora. Agradezca a Dios por tantas bendiciones en su vida que lo convierten en verdadero millonario de su Gracia. Deseche la envidia, la rabia o la desesperación por poseer bienes materiales y efímeros, y luche cada día para ampliar su tesoro espiritual, sumergiéndose en la Palabra de Dios. Muy pronto tendrá ambas cosas.
Porque como dice Joyce Meyer, el Señor realmente desea que disfrutemos la vida y El puede mantenernos fuera de los problemas en vez de tener que rescatarnos de ellos.
Creálo! Y empiece a disfrutar de ese mundo maravilloso creado por Dios para nosotros a través del amor. Y gócese en esta promesa: El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedros del Líbano plantados en la casa de Jehová.
En los atrios de nuestro Dios florecerán. Aún en la vejez, fructificarán. Estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en El no hay injusticia. En nuestra portada y entrevista central, disfrutarán en esta edición Platinum, de la exitosa trayectoria de Jenny Polanco, una diseñadora con estilo propio, que ha hecho de la moda un verdadero arte. Pero además, interesantes reportajes sobre el mundo del lujo, los llevarán por un recorrido gráfico de exquisitez y diversión, mientras disfrutan además, de las actividades sociales más relevantes de la quincena.
Hasta la próxima y que Dios les bendiga