Mensaje de Navidad

<p>Mensaje de Navidad</p>

RAFAEL TORIBIO
Desde finales de los 70 comparto cada año con las amistades y relacionados más cercanos unas reflexiones con motivo de las navidades. En cada ocasión tratan de reflejar los principales problemas que aquejan al país en ese momento o lo que pudieran considerarse mis más profundas preocupaciones. Mi pretensión, además de hacer llegar a las amistades y relacionados mis sentimientos y preocupaciones, es también hacerles una invitación para que en esta época del año, en que el recogimiento se puede hacer acompañar de las celebraciones, saquemos un poco de tiempo para reflexionar sobre el país, los demás y nosotros mismos.

En esta oportunidad comparto el mensaje de navidad de este año con los lectores de mi entrega semanal.

Navidad es época de celebraciones y de alegrías, pero para muchas personas, aquí y en otras partes del mundo, será de dolor y sufrimientos.

Saquemos un poco de tiempo para pensar y solidarizarnos con quienes pasarán estas navidades con el mismo dolor y abandono que han pasado el resto del año y quizás los años anteriores. Hagamos un espacio para la solidaridad y la compasión y para hacer el firme propósito de no ser indiferentes ante el sufrimiento de los demás y tratar, en la medida de nuestras posibilidades, de ayudarles a superar o paliar su situación.

Te invito a pensar en los padres que han perdido al hijo o a la hija que era razón de su existencia y orgullo y en los que tienen hijos atrapados en la drogadicción En los niños que se ven obligados a trabajar cuando debieran estar estudiando; en los que pese a su insistencia y esperanza, los Reyes Magos o el Niño Jesús, pasarán por delante de sus casas sin dejarle ningún regalo; por los padres que no pueden remediar esa dolorosa situación y por los que a su corta edad buscan en los basureros lo que no encuentran en sus casas.

En los ancianos que viven de la caridad pública o de la ayuda de un familiar o amigo y en aquellos para los que sienten que el nuevo día puede ser el último. También en quienes tienen un familiar cercano padeciendo problemas mentales o que pasará estas festividades en uno de nuestros hospitales públicos y por las personas que sufren una enfermedad catastrófica en fase terminal.

En las mujeres que se mantienen calladas siendo víctimas de la violencia y en los adultos y, sobre todo, en los niños que han caído en la prostitución, vendiendo sus cuerpos para sobrevivir.

En los indocumentados, nacionales y extranjeros, porque se les niega el derecho a la identidad, convirtiéndolos en ilegales en su propio país o en el que viven desde hace muchos años.

En los familiares de los iraquíes y de las fuerzas de ocupación que han muerto y por los que morirán en estas navidades y en las personas que a causa de los conflictos bélicos, o las amenazas, tienen que abandonar sus hogares y pasar estas fiestas en campos de refugiados o en viviendas improvisadas porque las que tenían fueron destruidas.

En el chiripero que saldrá en estas fiestas, como todos los días, a ver lo que encuentra, con una familia a la espera de lo que traiga. Los que podemos disfrutar de las fiestas navideñas junto a familiares y amigos, lo hagamos a plenitud, pero sin olvidar a los que no podrán hacerlo.

Feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo, que debieran ser para todos.

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