Mensaje del Papa en Navidad: “La humanidad
postmoderna busca un Salvador”

Mensaje del Papa en Navidad: “La humanidad<br/>postmoderna busca un Salvador”

CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).- La humanidad de las nuevas tecnologías de la comunicación y de las innovadoras promesas de la genética, necesita “quizás aún más un Salvador”, aseguró Benedicto XVI en su mensaje de Navidad.

“Desde el fondo de esta humanidad placentera y desesperada, surge una desgarradora petición de ayuda”, aseguró hablando desde el balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

“Porque la sociedad en la que vive se ha vuelto más compleja y se han hecho más insidiosas las amenazas para su integridad personal y moral”, añadió al dirigirse a decenas de miles de peregrinos que llenaban la plaza de San Pedro en una soleada mañana de invierno.

Tras su mensaje el Papa felicitó por la Navidad al mundo en 62 idiomas, entre otros, el mongol, el turco, el árabe, el hebreo, arameo, el urdu (idioma de Pakistán) y, por último, en latín.

Comenzó su tradicional mensaje, transmitido por 102 canales de televisión de 63 países, con una pregunta provocante: “¿tiene todavía valor y sentido un “Salvador” para el hombre del tercer milenio?”.

“¿Es aún necesario un “Salvador” para el hombre que ha alcanzado la Luna y Marte, y se dispone a conquistar el universo; para el hombre que investiga sin límites los secretos de la naturaleza y logra descifrar hasta los fascinantes códigos del genoma humano?”, se interrogó.

“¿Necesita un Salvador el hombre que ha inventado la comunicación interactiva, que navega en el océano virtual de Internet y que, gracias a las más modernas y avanzadas tecnologías mediáticas, ha convertido la Tierra, esta gran casa común, en una pequeña aldea global?”, añadió.

“Este hombre del siglo veintiuno, artífice autosuficiente y seguro de la propia suerte, se presenta como productor entusiasta de éxitos indiscutibles”, aseguró.

Ahora bien, añadió, “lo parece, pero no es así. Se muere todavía de hambre y de sed, de enfermedad y de pobreza en este tiempo de abundancia y de consumismo desenfrenado”.

“Todavía hay quienes están esclavizados, explotados y ofendidos en su dignidad, quienes son víctimas del odio racial y religioso, y se ven impedidos de profesar libremente su fe por intolerancias y discriminaciones, por ingerencias políticas y coacciones físicas o morales”.

“Hay quienes ven su cuerpo y el de los propios seres queridos, especialmente niños, destrozado por el uso de las armas, por el terrorismo y por cualquier tipo de violencia en una época en que se invoca y proclama por doquier el progreso, la solidaridad y la paz para todos”.

“¿Qué se puede decir de quienes, sin esperanza, se ven obligados a dejar su casa y su patria para buscar en otros lugares condiciones de vida dignas del hombre?”, preguntó.

“¿Qué se puede hacer para ayudar a los que, engañados por fáciles profetas de felicidad, a los que son frágiles en sus relaciones e incapaces de asumir responsabilidades estables ante su presente y ante su futuro, se encaminan por el túnel de la soledad y acaban frecuentemente esclavizados por el alcohol o la droga?”.

Benedicto XVI escribe a los católicos de Oriente Medio para unirse a sus sufrimientos

Ante las innumerables noticias de los sufrimientos que experimentan los católicos en los países de Oriente Medio, Benedicto XVI ha tomado papel y pluma para expresarles en una carta su cercanía.

En la misiva, firmada el 21 de diciembre y publicada con motivo de la Navidad por la oficina de prensa de la Santa Sede, el pontífice confiesa además su deseo de poder visitar pronto Tierra Santa.

Al dirigirse al “pequeño rebaño” que constituyen esos cristianos, sumergidos en sociedades compuestas en amplía mayoría por creyentes de otras religiones, el Papa constata que esos países están “con frecuencia sometidos a manifestaciones de cruel violencia, que, además de causar grandes destrucciones, golpean sin piedad a personas indefensas e inocentes”.

“El sufrimiento, en el fundo, une a todos, y cuando uno sufre tiene que sentir ante todo el deseo de comprender lo que sufre quien se encuentra en una situación análoga”, añade.

 “En las actuales circunstancias, caracterizadas por pocas luces y por demasiadas sombras, para mí es motivo de consuelo y de esperanza saber que las comunidades cristianas de Oriente Medio, cuyos intensos sufrimientos tengo muy presentes, siguen siendo comunidades vivas y activas, decididas a testimoniar su fe con su identidad específica en las sociedades que les rodean”.

El Santo Padre espera “vivamente que la Providencia cree las circunstancias que permitan mi peregrinación en la tierra que fue santificada por los acontecimientos de la historia de la salvación”.

“De este modo, espero poder rezar en Jerusalén, patria del corazón de todos los descendientes de Abraham, por la que experimentan un inmenso amor”, afirma Benedicto XVI citando una expresión de Juan Pablo II.

Ese Papa visitó Tierra Santa en marzo del año del jubileo del año 2000. Su predecesor, Pablo VI, viajó a Jerusalén en enero de 1964.

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