APARECIDA, Brasil (AFP).- Los peregrinos que llegaron al santuario de Aparecida en Brasil desde distintos países de América Latina para ver a Benedicto XVI se dicen cautivados por la figura del Papa, pero no ocultan sus reservas en torno a sus propuestas en temas como la castidad y el aborto.

“No es fácil seguir lo que dice el Papa”, señala David Cruz, un dominicano de 26 años, mientras esperaba para ingresar al complejo que alberga al santuario de Nuestra Señora de Aparecida, a 170 km al noreste de Sao Paulo, donde el pontífice rezaba un rosario ante miles de peregrinos la tarde de este sábado.

El dominicano Cruz, vestido con un jean y una mochila coronada con una bandera de su país, hizo el recorrido hasta Aparecida en un autobús junto con jóvenes de Honduras, Argentina y Perú, tras participar en Sao Paulo del encuentro que Benedicto XVI tuvo con la juventud latinoamericana.

En sus discursos desde que llegó el miércoles a Brasil, en su primer viaje a América Latina, Benedicto XVI puso el acento en reiterar la oposición de la iglesia al aborto, el sexo antes del matrimonio, el hedonismo y el consumismo y llamó a los obispos a resistir “las embestidas del agnosticismo, el relativismo y el laicismo”.

Este sábado, además, aprovechó un encuentro con jóvenes que se recuperan de la adicción a la drogas, en una obra católica en la Hacienda Esperanza en la vecina de Guaratinguetá (estado de Sao Paulo, sudeste), para condenar a los narcotraficantes, que, dijo, deberán “rendir cuentas a Dios” por los daños que causan a la sociedad.

Al mismo tiempo advirtió que las cifras de adictos a las drogas y al alcohol “son demasiado relevantes” en América Latina en general y en Brasil en particular.

En las largas filas para ingresar al santuario de Aparecida y rezar junto al jefe de ls Iglesia católica, los feligreses comentaban el discurso del Papa, que fue trasmitido en directo por la televisión.

“El Papa fue muy claro y contundente en su mensaje”, señaló Arturo Fernández, un paraguayo de 26 años, para quien la tarea de emprender la nueva sociedad que propone el líder de la iglesia Católica es una tarea de largo plazo que requiere compromiso y aplicación de las nuevas generaciones.

Entre los jóvenes que bajo el sol entonaban cánticos y coreaban el “Bento (Benedicto, pero también bendito en portugués) el que viene en nombre del señor”, se encontraba Daniel Bergione, quien viajó desde la provincia argentina de Córdoba.

“El discurso de Benedicto XVI es un poco fuerte, es como el de un papá que rezonga, pero hay que escucharlo”, afirmó.

Las inquietudes alcanzan también a algunos participantes en la quinta asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam), cuyas sesiones serán inauguradas el domingo por el Papa.

“A veces uno tiene el temor de que se ‘vaticanice’ un poco nuestra Iglesia no teniendo en cuenta las particularidades de la cultura latinoamericana”, afirmó la monja católica Fabiola Camacho, una de las treinta mujeres que estará como invitada especial en la reunión del Celam, en la que participarán 266 personas, incluyendo 162 obispos de los países de América Latina.

Antes del rezo del rosario, Benedicto almorzó con los directivos del Celam y el domingo sostendrá con los participantes un encuentro privado, en el que definirá sus posiciones acerca de las directivas que esa asamblea tomará para orientar en la próxima década las acciones de la iglesia latinoamericana, que alberga a casi la mitad de los 1.100 millones de católicos del mundo.