Mensaje Editorial

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La preocupación es el mal de este siglo. Todos andamos preocupados por algo, por alguien o por ambos. Millones de detalles, a veces insignificantes, nos quitan el sueño. Y son muchos los que necesitan pastillas para poder dormir o anti-depresivos para controlar el stress de la preocupación. 

Nos preocupamos si tenemos, si no tenemos, si podremos tener, o si alguien de repente impide que lo tengamos. Es tan absurdo, que parece que vivimos la angustia anticipada de algo que ni siquiera sabemos si pasará.  Y es que la propia palabra lo dice todo: pre – ocuparse, es decir, ocuparse de algo que no ha sucedido aún. Y sin embargo, como plaga incontrolable, mina los pensamientos de muchísima gente, que no puede esconder un entrecejo de amargura ante la crisis, ante el alza de los precios, ante lo que pudiera pasar, ante el presente, ante el futuro, llegando hasta preocuparse cuando todo anda bien en sus vidas, preguntándose: “¿hasta cuándo durará?”   

Aquellos que logran liberarse del stress de la preocupación son verdaderos audaces guerreros de las realidades cotidianas.  Son aquellos que, lejos de ser indiferentes o indolentes, simplemente saben vivir el ahora, empuñando sus guantes cuando realmente fuera necesario.  Son aquellos que entendieron que solo podemos absorber un aliento a la vez, y de nada vale preocuparnos por el próximo, porque ése vendrá irremediablemente.  Ya la Biblia alertaba a los hombres de aquel tiempo sobre la preocupación afirmando enfáticamente en Mateo 6, 25-34,  que de nada sirve preocuparse:

“No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán.

 ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?

Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros;

sin embargo, el Padre Celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?

¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo.

No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor,

se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo

y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes gente de poca fe?

Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” ó “¿Qué beberemos?”  ó “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre Celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primero el reino de Dios y su justicia

y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, nos se angustien por el mañana,

el cual tendrá sus propios afanes.  Cada día tiene ya sus problemas.”

 

Así que en este tiempo de Navidad, cuando recordamos que Jesús se hizo hombre para salvarnos del pecado para siempre, es tiempo de soltar toda preocupación y centrar sus pensamientos, su fe  y su vida en el evangelio del amor que nos trajo Jesús. Es tiempo de saber a ciencia cierta que “la batalla no es nuestra, sino de El” y que en nuestra fe y nuestra confianza en sus promesas, reside la felicidad plena. ¡No se preocupe! ¡Entréguele sus preocupaciones a El! Sienta el alivio de saber que El está a cargo. No hay mejor descanso que confiar en Dios.

En nuestra portada y entrevista central, compartimos con nuestros lectores una cálida entrevista a Gina Haché de Cabrera, madre, esposa y empresaria de éxito, que con orgullo afirma que “—————————“.  Además, con nuestras interesantes secciones y un recorrido por las actividades más importantes de la quincena, despedimos este año 2008, con la esperanza de encontrarnos renovados y con pilas nuevas con el naciente 2009.

¡Feliz Navidad y próspero año 2009, libre de preocupaciones!

Maribel

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