La imagen se ha convertido en el obsesivo ícono de la perfección, y como autómatas decididos a lograrlo, la humanidad sucumbe a los diversos y a veces, nada saludables caminos para llegar a ello. Hombres y mujeres de todas las edades, de todas las razas, y de todo el mundo, sienten la atracción de la eterna juventud y la insaciable búsqueda de la belleza, a toda costa.
Ya nadie quiere ser calvo, o gordo, o tener una nariz muy grande, o que asomen arrugas en su piel, o tener algunas manchas, y hasta lo hasta hace poco imposible de lograr, como cambiar el color de la piel y de los ojos, es un apetecible sueño para muchos, que consiguen a base de cuestionables tratamientos y cuantiosas sumas de dinero. Y toda esta ya desenfrenada carrera hacia este objetivo, sólo denuncia claramente que no nos sentimos felices con lo que somos, que nuestras diferencias que nos hacen únicos, no nos interesan, y que por el contrario, quisiéramos ser, TODOS, una producción perfecta de un modelo perfecto. Es así como con frecuencia nos encontramos con personas a las cuales no reconocemos, y que por el contrario, todas entre sí se parecen. Y si bien, la ciencia en este sentido, ha avanzado notablemente, la humanidad no ha sabido encaminarse controladamente hacia los beneficios de estos logros, y se ha lanzado a atrapar, a como dé lugar, lo que sea, y como sea. El intrusionismo profesional, la falta de ética, y otras tantos desatinos, de personas irresponsables y oportunistas, han tenido como resultado lamentable, la muerte y la deformación de sus pacientes. Pero, lo más lamentable es que además de la alarma frente al libertinaje de la ciencia y su falta de control, son justamente los o las pacientes, los llamados a concientizarse, a evaluar sus riesgos, a meditar sobre sus aspiraciones y en consecuencia, tomar buenas decisiones, porque nada de estas ofertas existieran si no hubiera una demanda tan alta. Lo más importante es preguntarse a sí mismos ¿Por qué quiero cambiar? ¿Qué cosas me aportará conseguirlo? ¿Seré mejor? ¿Me admirarán más? ¿Qué logro con que me admiren? ¿Vale la pena el riesgo? Miles de preguntas que deberá hacerse y auténticamente llegar a la verdadera esencia de su necesidad de cambiar. Pero, despues de este autoexámen, son otras las preguntas que completarán su mosaico mental para tomar la decisión correcta, que es la evaluación de la persona en quien está confiando su salud o su vida. Y esto es algo que pasa a un último plano en aquellas personas que han colocado su arreglo personal en el primer lugar de sus prioridades. No les importan los riesgos, no se someten a evaluaciones, y lo que es peor, lo intentan tantas veces como pueden. Y esto sucede porque no acabamos de entender que lo esencial es invisible a los ojos. Y lo verdaderamente esencial, es nuestro interior, muchas veces descuidado al extremo, olvidado, abandonado y casi moribundo, porque lo material, esa parte externa que debe ser un reflejo de nuestro espíritu, es a lo que le hemos dado mayor importancia. Antes de someterse a una operación que podría hasta costarle la vida, ¿por qué no cuida de su espíritu? Abone su ser con las bendiciones de nuestro Padre Celestial que nos ha hecho sus hijos, y en consecuencia, los herederos de su gracia. Yo le aseguro que cuando empieze a hacer suyas las promesas de Dios, se renovará como las águilas, brillará su rostro como en los días de su juventud, porque reflejará el maravilloso amor de Dios. De seguro no necesitará de esa cirugía que tanto riesgo y dinero le costaría, porque se habrá dado cuenta que es usted un ser especial, un amado Hijo de Dios y que justamente ese gozo interno, se refleja en lo externo, haciéndolo lucir hermoso y radiante. En esta Navidad, tiempo de amor y encuentros, encuéntrese a sí mismo y ámese. De esta forma irradiará una luz que ningún tratamiento cosmético podrá igualar. Y de esta forma, ánimese a contribuir junto a los suyos, con la salud emocional y espiritual de su hogar, para que como enorme árbol frondoso, iluminemos nuestra tierra de amor y de esperanza.
En nuestra portada y entrevista central, la familia Suárez-Peña nos regala El esplendor de la Navidad, a través de sus diáfanas y brillantes historias de vida. Pero además, disfruten de las diversas y divertidas secciones de ES, mientras pasean por las más atractivas actividades sociales de la quincena.
Hasta la próxima entrega y que Dios les bendiga en esta Navidad y siempre