Mensaje Editorial

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Es increible cómo las malas noticias ocupan la atención de las personas y las buenas nuevas se esconden sigilosas en el olvido o la indiferencia!  El ser humano parece gozar de una velada forma de masoquismo generalizada, y suele difundir estas tragedias con eficiente dominio. Nos pasa colectiva e individualmente. Solemos detenernos en nuestros defectos, al punto de perder la confianza en nosotros mismos y somos prestos a ver los defectos en los demás y divulgarlos como una perniciosa diversión.

Es muy raro escuchar a alguien difundiendo las bondades de los demás, sus cualidades, sus triunfos o sus alegrías, a no ser en el ámbito desacreditado de la política, donde también se exceden en elogios que muchas veces nada tienen que ver con la realidad. Y es que hay un morbo soterrado en las coversaciones cotidianas, no importa el estatus o el entorno en que éstas se desenvuelvan, siempre están incluídos los divertidos chismes, a veces rumores ciertos y otros completamente falsos, pero en cualquier caso, del absoluto entorno personal del agraviado. Y creo que es tiempo de detener esta campaña de exaltación de lo negativo para promover la difusión de nuestras cosas buenas. Y es tan raro proclamarlas, que muchos hasta se preguntan ¿qué de bueno tiene esta vida? Sin darse cuenta, que están rodeados de bendiciones y son ellos mismos los causantes de sus tragedias individuales. Porque la forma en que veamos la vida y el mundo, es la forma en que la vida y el mundo nos van a responder.  Asi que, ¡manos a la obra! Empecemos a descubrir nuestras bondades, a agradecer nuestras bendiciones, y a proclamar y usar nuestro inmenso poder como hijos del Dios Altísimo. Para ello, tan solo tenemos que retomar el rumbo de una vida correcta, de un accionar de esperanza, de una actitud generosa y de una vida donde el amor, prime en cualquier situación de envergadura. Porque si todos asumiéramos esta verdad, si reconociéramos el tesoro que habita en cada uno de nosotros, no existirían los temores, ni las angustias, ni los agobios, ni las enfermedades, ni las plagas, ni las crisis o la escasez, ni la preocupación por el futuro. Porque las promesas de Dios son claras y contundentes y Dios es fiel y nunca cambia. Sus promesas y bendiciones para los que creen en El, son infinitas y sólo se descubren cuando nos abandonamos a su cuidado, cuando entendemos que después de hacer lo correcto y aún más, aquello que parece imposible es posible para Dios y para los que en El confian. En consecuencia, aunque nos sobrevengan dificultades, una actitud de fe y confianza en Dios, será lo que necesitas para salir de ellas. Una actitud de verdadera confianza, que nada tiene que ver con proclamar palabras de fe mientras dudamos en nuestro interior, porque si nos seguimos preocupando, no estamos confiando.  «Reconoce por tanto que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos» (Deuteronomio 7, 9).

Cambia tu vida. Es sólo una decisión individual y solo requiere creer. Cambia la preocupación constante por confianza constante. Cambia la tristeza por alegría, el temor por seguridad y el futuro sombrío por un futuro brillante, lleno de las bendiciones que Dios ha prometido para ti. Porque así lo proclama Hebreos 10, 23: «Mantengamos firme la esperanza que profesamos porque fiel es el que hizo la promesa»

                      

En nuestra portada y entrevista central, presentamos a Marc Anthony, todo un ícono de la música latina en el mundo, demostrando con su carisma que cuando se es fiel a sus dones, se logra el éxito. Pero además, interesantes reportajes y los más divertidos e importantes encuentros sociales de la quincena, harán de esta edición, una agradable forma de conectarse con nuestro mundo social.

Hasta la próxima entrega y que Dios les bendiga,

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