Mentiras que ayer parecieron verdades

Mentiras que ayer parecieron verdades

«Por sus hechos los conoceréis», reza el proverbio bíblico, y nada más valioso para evaluar la seriedad y el nivel de credibilidad de una persona, grupo o partido, que analizar su ejecutoria para de ahí derivar conclusiones acerca de cuan apegada a la verdad estuvo la palabra empeñada.

Si, como dice el refrán, a las palabras se las lleva el viento, tampoco deja de ser real que lo que se plasma con tinta en el papel, escrito está. Es por ello que vamos a revisar brevemente el programa de gobierno del Partido Revolucionario Dominicano para el período 2000-2004 presentado por su candidato de entonces y hoy jefe de Estado Hipólito Mejía Domínguez.

En la introducción, página 7, leemos: «Avanzaremos hacia una sociedad unida y fortalecida por la eficacia, la tolerancia, la seguridad ciudadana, la disponibilidad de alimentos para todos, por el acceso a un techo digno, por el trabajo estable y bien remunerado, y por el respeto absoluto a la independencia de los poderes del Estado y del poder y la soberanía del pueblo. Impulsaremos una sociedad afianzada en la eficiencia, en la calidad de la educación, la salud, la vocación de servicio, la honradez, la solidaridad, la libertad, la justicia y la igualdad de oportunidades».

De su acápite 2.4 transcribimos algo que hoy interpretaríamos como una tomadura de pelo: «La política monetaria y crediticia del gobierno estarán llamadas a garantizar la estabilidad interna y el valor externo de la moneda nacional. Bajo estas condiciones de estabilidad, la política de crédito deberá facilitar la concesión de créditos y proporcionar objetividad en la asignación de factores de la producción en el marco de un uso eficiente de los recursos, que responda efectivamente a los requerimientos del crecimiento de la producción y el incremento de la productividad y la competitividad de los sectores productivos.

Unos párrafos más adelante y dentro del acápite anterior suelta este chistoso y burlesco compromiso: «Se mantendrá una vigilia permanente a los recursos depositados por los ahorrantes en la banca nacional, procurando que la Superintendencia de Bancos cumpla con el papel que le asigna la Ley consistente en dar garantía y confianza en el Sistema Financiero, previendo cualquier debilidad que ponga en peligro los ahorros del público en general.

El ayer y ahora de nuevo candidato presidencial Mejía hacía énfasis en el tema Política de deuda externa cuando postulaba en el acápite 2.6: «Evitaremos por todos los medios que las obligaciones de pago de la deuda externa del país, adquieran dimensiones de tal magnitud, que puedan poner en juego el compromiso que hemos contraído de incrementar sustancialmente el gasto social en la ejecución presupuestaria. En este sentido, la política de deuda externa que se aplicará será cautelosa y selectiva, sobre todo en la contratación de nuevos préstamos y se procurará la obtención de un flujo neto positivo de recursos ante los organismos de financiamiento multilaterales, los bancos comerciales y los gobiernos amigos. De igual manera, a través de diferentes canales e instrumentos se reducirá el monto de la deuda externa total y el servicio de la misma, renegociando en las condiciones más ventajosas y procurando mecanismos de condonación total y parcial de la deuda externa».

En el acápite 2.8 sobre Política de distribución y redistribución del ingreso, el flamante aspirante a la reelección hacía este solemne compromiso: «Aplicar una política de protección y mantenimiento del salario real de los sectores vulnerables; crear mecanismos operativos que garanticen el acceso a la canasta básica familiar de los grupos sociales y económicos que bordean la línea de pobreza; y desarrollar planes y programas de construcción de viviendas dirigidas a satisfacer este tipo de necesidad en los sectores de ingresos bajos y medios de la población».

Para muestra basta un botón dice el argot popular; estos tres años y medio de maltratos, humillaciones, desengaños y penurias, han servido para quitar la venda de los ojos de más de la mitad de los electores, que ayer votaron para que el Partido Revolucionario Dominicano gobernara este país en el cuatrienio 2000-2004. Esos dominicanos y dominicanas esta vez darán un no rotundo a los afanes continuistas de quienes en el pasado los engañaron con sus cantos de sirena para sumergirlos en la más prolongada y extenuante pesadilla.

Ya lo repetía sabiamente el profesor Juan Bosch: «Me engaña una vez, vivo es, me engaña dos, tonto yo». Y el pueblo dominicano de tonto ya no le queda ni un pelo, eso quedará demostrado en la cita histórica del próximo 16 de mayo.

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