Entre las apasionantes exposiciones que presenta actualmente el Museo de Arte Moderno está «Caricaturola», la muestra de caricaturas de José Mercader, que además de inesperada es buena pintura, «re-crea»
POR MARIANNE DE TOLENTINO
El Museo de Arte Moderno ofrece a los visitantes la deliciosa exposición de estampas de Picasso, luego en el segundo piso una sustanciosa exposición de Yoryi Morel. Y, justo en frente, ocupando media planta, «Caricaturola» se propone a un contemplador seducido por lo que acaba de ver. Es una tercera exposición que no desentona, a la vez muy buena pintura y chispeante
José Mercader, cuya primera aparición en Santo Domingo fue en la galería «Nouveau» de Porfirio Herrera, presenta más de un centenar de caricaturas. Una muestra perfecta para el público de la Feria del Libro, y para todos los que gustan de obras desbordantes de realidad y fantasía. A pesar de la cantidad de cuadros, similares en formato, tratamiento y propuesta, el cansancio no sucede y el interés se renueva a cada imagen.
La Caricatura
Caricaturola, como su nombre lo señala, es una exposición de caricaturas, apoderándose de los rasgos de personalidades, deformándolas y «cargándolos» (caricare significa cargar) de efectos humorísticos. En ese género, que existe desde la antiguedad, se desarrolló en la Edad-Media, floreció en los siglos XVIII y XIX, y se ha popularizado definitivamente expandido en la tira cómica, la tendencia satírica domina, más o menos ofensiva. Los propósitos varían de la simple burla simpática, pasando por el vilipendio, a la denuncia y la iconoclastia Puede suscitar tanto la sonrisa cómplice como reacciones violentas, ¡dependiendo del sujeto y del espectador!
José Mercader ha subtitulado la muestra, «Homenaje a Daumier», comparación que surge antes de leer la dedicatoria, a pesar de una absoluta diferencia entre ambos, y que se trate de una fuente puramente espiritual. Daumier, artista francés del siglo XIX, está considerado un maestro universal de la caricatura. Conquistar a la gente le costó meses de prisión por la mofa gráfica del rey Luis-Felipe en forma de pera
No obstante, Honorato Daumier jamás cedió y siguió fustigando en sus dibujos y litografías, al poder, la burguesía y más que todo la justicia, con un humor despiadado. Al mismo tiempo, era un virtuoso de la línea, la forma y la expresión. Muy popular y esperado siempre en sus próximas estampas, no se le dió en vida, el lugar que merecía como pintor sobresaliente, ya expresionista, y escultor. ¡Que José Mercader recuerde a ese ilustre, valiente y nunca vulgar caricaturista es un hermoso gesto!
La Exposición
José Mercader, como Daumier,excelente pintor, despliega su galería de retratos, casi una galería de la fama puesto que los modelos y (anti)héroes son generalmente personalidades dominicanas. Hemos descubierto su talento pictórico, que densifica el espacio, elabora fondos y a veces ambientes, juega con los tonos y los volúmenes, y por supuesto toca, como virtuoso, partituras de líneas. La calidad de la factura complace al más exigente, y proyecta a un dibujo poderoso.
El artista recorre el panorama de la «gente pública» en el arte, la farándula, los medios, la literatura, el folklore, el deporte, los negocios y sobre todo la política -cuyos protagonistas son en todas partes el blanco predilecto de las caricaturistas-. Los hombres dominan cuantativamente, y preferimos generalmente su interpretación real-fantasiosa tal vez porque el autor se muestra más considerado con las mujeres.
En la mayoría de las obras, José Mercader se limita al rostro, a las expresiones y facciones de la cara. Sin embargo, cuando compone un cuadro ,el»aquelarre» de dos ex-presidentes, la atmósfera vibra, y si se interesa por las manos del comunicador y no sólo por su mímica punzante, es una imagen impactante. Hay elementos anatómicos que fascinan obviamente al autor las orejas – ¡con vida propia!, la mirada y las gafas, y la gordura sin compasión Después de verse en el espejo «mercaderiano», le queda al personaje afectado de sobrepeso, empezar una dieta.
Si se compara con otros caricaturistas del pasado y el presente, este recreador de fisionomías bizarras y a veces investigador de conciencias inciertas, no dramatiza las deformaciones, no simplifica exageradamente las facciones, ni profesa la crueldad.
Por supuesto, la manera de enfocar depende del protagonista, en la versión del poeta Federico Jóvine a extraordinaria interpretación del doctor Balaguer, confrontado con el más allá, donde no se descuida un solo cabellito – el pelo también suele atraer al artista-..Aunque algunas semblanzas infunden bastante temor, así los visajes del doctor Abinader y del economista Ramón Albuquerque, José Mercader sabe expresar ternura, cuando retrata a Cándido Bidó, Freddy Beras o Sonia Silvestre. Le gusta destacar el cráneo, imponente de Pepín Corripio, la frente ámplia de Andrés L. Mateo, la gula intelectual de Alexis Gómez!. Un detalle vestimentario lo puede impresionar, sea el sombrero de Guillo Pérez o el tocado de Dagoberto Tejeda. Luego, los feos -a quienes no mencionaremos- ¡no benefician de indulgencia! En fin, cada cuadro es un pequeño mundo.
Sicología del retrato
La ferocidad no impera en la vena caricaturesca de José Mercader. No le interesa degradar ni herir ni condenar. El no es un perseguidor de vicios, extrañezas o errores. Es un humorista formidable, que saca partido de lo real observado con un dominio magistral dominado, para desembocar en una calidad cómica de representantes de la condición humana.
Habría que analizar sus obras en ese contexto también..José Mercader (re)trata a sus modelos -¿según fotografías o bocetos de memoria?- más como amigos que enemigos, y la truculencia no degenera en irrespeto. Es un talento lúdico que rehuye el sarcasmo y le respondemos divirtiéndos, franca y sanamente. «Caricaturola» es una gran y original exposición que todos debemos ver.