Sao Paulo. El Banco Central brasileño elevaría este miércoles en 0,5 punto la tasa de interés, a 14,25% anual, su mayor porcentaje en nueve años, en un nuevo intento por frenar la inflación.
Un centenar de analistas y operadores consultados en la encuesta semanal Focus del Banco Central señala que la tasa será elevada en medio punto, aunque también hay algunas consultoras y economistas que apuntan una elevación de 0,25 puntos.
«El Banco debe elevar la tasa en medio punto a 14,25% al año por cuenta de la inflación estimada para este año de más de 9%», comentó a la AFP Alex Agostini, economista jefe de la calificadora de riesgo brasileña Austin Rating.
«Hasta ahora no se han sentido los resultados de este reajuste monetario y es necesaria una nueva ‘dosis’. Se sabe que la economía está en una fuerte desaceleración, pero hay que recordar que aún no hay información de que la inflación vaya a convergir al centro de la meta», añadió.
El centro de la meta oficial de inflación del Banco Central es de 4,5% al año, con dos puntos en más o menos de tolerancia.
La séptima economía del mundo recorre en 2015 su quinto año de magro o nulo crecimiento. Para este año, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff prevé una contracción de 1,49% del PIB.
Los analistas consultados en Focus, de su lado, estiman que la economía caerá 1,76% este año, en una nueva revisión a la baja.
«La economía aún no da señales de mejora pero no hay otra manera. La tasa de interés tiene que subir», enfatizó Agostini.
En las presiones inflacionarias también influye la caída de la moneda doméstica, el real, que estos días está hundida en su menor valor ante el dólar en 12 años (3,36 por billete verde al cierre del lunes).
Complejo panorama
Brasil enfrenta un complejo panorama económico y político, con el gobierno enfrentado a bajísimos niveles de popularidad.
A la desaceleración del PIB se suma la inflación – que ya está en 8,89% en 12 meses – y un creciente desempleo.
El gobierno de Rousseff, además, promueve un fuerte reajuste para ordenar las cuentas públicas que incluye el recorte de miles de millones de dólares en el presupuesto y un paquete enviado al Congreso con medidas para reducir gastos en pensiones.
Pero la debilidad política del gobierno -Rousseff cuenta con menos de 8% de aprobación, según el último sondeo de opinión pública- tampoco permitió la aprobación íntegra de este paquete en el Congreso.
La semana pasada, el gobierno redujo su meta de ahorro fiscal para este año a 0,15% del PIB desde un anterior 1,1%, debido al deterioro de la economía y la previsión de una menor recaudación fiscal.
La medida fue mal vista por los mercados que la interpretan como una señal de que el deterioro de la economía brasileña es más profundo de lo que se estimaba, que el gobierno tiene limitada capacidad para honrar sus compromisos fiscales y que la ansiada recuperación prevista para 2016 quedará postergada hasta al menos después de 2017.
Después del anuncio planea sobre Brasil la posibilidad de que las grandes agencias internacionales de calificación de riesgo le retiren el grado de inversión, arruinando sus planes de atraer inversiones.
Este martes, Standard and Poor’s bajó la perspectiva de evolución de la nota de deuda a largo plazo de Brasil.
Austin Rating ya retiró a Brasil el grado de inversión la semana pasada. Para el gobierno, sin embargo, el recorte de la meta de superávit fiscal primario (antes del pago de intereses de la deuda) es un asunto de «realismo».
En este contexto de desaceleración, sectores productivos critican el ciclo de ajuste monetario que el Banco Central lleva adelante, porque estiman que un crédito más caro va a perjudicar aún más la recuperación económica.
Sindicalistas protestaron este martes en Sao Paulo contra la eventual alza de las tasas porque «castiga la producción y reduce los empleos».