Mercedes Alfonseca Muñoz – Cartas al director

Mercedes Alfonseca Muñoz – Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Como muchos otros dominicanos (as) he estado dándole seguimiento a través de la prensa escrita y la televisión al impasse de si el padre Rogelio se va o se queda.

Según las informaciones, el padre Rogelio había llegado a un acuerdo con sus superiores salesianos, en cuanto a aceptar su traslado fuera del país por algún tiempo.

Conozco a los salesianos y salesianas desde que el Padre Antonio Flores me bautizara en el 1936. Casi toda mi vida he vivido muy cerca de la Iglesia en la Parroquia Don Bosco y he sido una parroquiana activa en cuanto a labores cristianas y sociales en dicha Parroquia, además de haber hecho mis estudios de Básica en el Colegio que dirigían las Hnas. Salesianas en ese sector.

Brevemente quiero ofrecer algunos datos para edificar a las personas que aún no han podido conocer la extraordinaria labor de los Salesianos en República Dominicana.

«En esta línea hay que reconocer el regalo que ha sido para nosotros en la República Dominicana la presencia de la Congregación Salesiana. Es increíble el dinamismo y expansión salesiana desde el 06 de Febrero de 1934, en que un salesiano enjuto de carnes y de mirada profunda, desembarcaba en Santo Domingo, dispuesto a poner en marcha eficazmente el proyecto que abrigaba en su corazón. Lo más urgente de ese proyecto era establecer una serie de colegios para hijos de familias de escasos o nulos ingresos y sobre todo una Escuela Agrícola y un Instituto de artes y oficios.

A sesenta y nueve años de aquel arribo, período verdaderamente breve, los salesianos dirigen hoy treinta y seis instituciones.

Hay que decir también que las Hermanas Salesianas, brazo femenino de los salesianos han desplegado y despliegan por su parte una actividad similar.

Estos datos han sido tomados del libro de monseñor Rafael Bello Peguero.

He conocido un gran número de salesianos y salesianas, muchos de ellos extranjeros, que por su entrega generosa y su hermosa labor apostólica y social, siempre serán recordados.

Menciono en particular, al inolvidable Padre Andrés Nemeth, húngaro, posteriormente nacionalizado dominicano, vivió en nuestro país por más de 50 años. Fue colaboradora suya en las obras parroquiales y sociales desde la Acción Católica Juvenil de la parroquia Don Bosco. Su labor fue extraordinaria, en las diversas parroquias e instituciones fundadas por él.

Menciono también a la muy querida Sor María del Refugio Ibarra, mexicana. Fue mi profesora, su labor fue incomparable en el área de la Educación Humana y Cristiana.

Hablando de entrega generosa y de gran labor cristiana y social, para ser justos, habría que llenar muchas páginas con los nombres de sacerdotes y religiosas que dieron su vida al servicio de los más necesitados en nuestro país. Entre estos yo incluyo sin lugar a dudas, al Padre Rogelio Cruz, Párroco de la Iglesia de Cristo Rey, que muy bien merece ser reconocido, querido y recordado por su hermosa e importante labor en beneficio de niños, jóvenes y adultos dominicanos y en particular de los más pobres.

He visto la sucesión normal de sacerdotes y religiosas de la Congregación Salesiana en parroquias, colegios, escuelas, seminarios y otros.

Todas estas instituciones han seguido funcionando y progresando cada día más a pesar de los cambios que normalmente se realizan cada cierto tiempo. Estos cambios se efectúan con apego a las reglas y normas que rigen la Congregación Salesiana.

Por conocer suficientemente a los actuales Superiores de esta Congregación en el país y de reconocerles como personas de gran capacidad y calidad humana, tanto en lo moral como en lo espiritual, afirmo que está muy lejos de su actuar la complacencia a políticos u otros en asuntos concernientes a los miembros de su Congregación.

Por el contrario, estos superiores salesianos se han destacado siempre por un interés dirigido hacia el servicio a Dios y las metas del bien común y el bien de cada ser humano en particular. Todo ello mediante el respeto a la persona y a las normas y reglamentos de la Congregación.

Ya en la parte final de este artículo, quiero recordar aquí una frase que frecuentemente me aplico a mí misma, y es aquella de que: «Todos podemos ser útiles y sólo Dios es necesario».

Por último, después de conocer la extraordinaria labor de los salesianos y salesianas en este país, sugiero que cuando nos atrevamos a hablar de esa Congregación Religiosa lo hagamos utilizando el modo aquel de: «Antes de… y después de….»

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