Por Luisa Blanco
Fotografías: Rubén Román
En ellos el amor se manifiesta en toda su expresión. Son amigos, compañeros de trabajo y han sabido convivir durante 14 años.
Una mirada o un simple gesto es suficiente para comunicarse entre sí.
Y es que esta pareja sin lugar a dudas la componen dos almas gemelas que se unieron para compartir una profesión llena de éxitos.
Más allá de una carrera, ambos comparten los mismos hobbies y gustos como ir al cine, viajar, estar entre montañas y sobre todo disfrutar con los amigos.
Así son Mercedes Morales y Víctor Ramírez, dos jóvenes talentosos que transmiten energía, vida y emoción cuando bailan juntos.
Es como si algo especial, mágico o divino los guiara a través de la danza por medio de la cual pueden expresarse.
Ella es toda ternura y desde los nueve años de edad se ha desplazado por diferentes escenarios con sus zapatillas de puntas y su esbelta figura.
El, un bailarín consagrado con excelente manejo en las tablas que entre saltos y técnicas rítmicas, hechiza a los espectadores como si fuera un rito que poco a poco se convierte en una hermosa pieza musical.
La selección del lugar para nuestra sesión de fotos fue la más indicada: el restaurante Boca Marina, en Boca Chica, pues su romántico entorno reune todos los elementos que definen a esta pareja de artistas.
Con una hermosa vista de nuestro Mar Caribe, un sol radiante que prometía ser nuestro principal aliado justo cuando empezara a despedirse, velas por doquier, una exótica cama Bali estratégicamente ubicada, y por supuesto, nuestros protagonistas vestidos para la ocasión.
Así de especial fue trabajar con Mercedes y Víctor, quienes nos abrieron las puertas de su corazón y nos transportaron a su mundo que bien se puede definir con tan sólo dos palabras: la danza y el amor.
Se conocieron en el Ballet Nacional. Primero fueron compañeros de trabajo, tuvieron la oportunidad de compartir en el escenario y desde el principio hicieron muy buena química.
Hoy, luego de 14 años de unión sentimental y laboral, forman una de las parejas más reconocidas de la danza dominicana.
Para Mercedes y Víctor cualquier día es San Valentín, aunque no hacen una planificación, no dejan pasar esta fecha por alto. Ella me despierta con algo especial o en la noche le regalo una flor. El 14 de febrero es como un recordatorio para decirle a ese ser querido palabras de amor o simplemente darle un beso especial, dice Víctor.
A la pregunta de ¿cuál puede ser el mejor regalo que te puede hacer tu esposo?, Mercedes piensa y luego suspira para responder con ternura un bebé.
Mientras que Víctor pide algo sencillo, pero muy significativo. Que me pase la mano por el cuello y que por ser un día especial se quede eternamente acariciándome.
Para Mercedes el amor es la razón de todo. Amo lo que hago, amo enseñar, amo bailar, amo mi carrera y amo mi pareja. En el amor no se piensa, simplemente uno se entrega a plenitud porque es algo muy sublime.
A seguidas dice que Él no solamente es mi compañero de Ballet Roto, sino que es mi gran amigo, lo admiro mucho. Él es muy positivo, pocas veces lo he visto deprimido y es muy solidario, sobre todo hacia mi persona, a nuestra familia, nuestra casa, nuestro trabajo, siempre he recibido su apoyo, eso es lo más valioso que una persona puede encontrar en la vida.
Mientras que Víctor nos dice de su esposa que es el centro, su complemento y equilibrio.
Para ellos la felicidad es algo tan simple que un gesto puede hacer la diferencia. Son pequeños momentos con gran significado. Hemos compartido grandes cosas, por ejemplo cuando ganamos como pareja parte del Ballet Concierto Dominicano, que dirige Carlos Veitía, nosotros ganamos las primeras medallas al Ballet Clásico aquí, ese fue un momento muy mágico, profesionalmente nos llenó de felicidad, nos dice Mercedes.
Sus vidas se complementa con Manuela Germán, primogénita de Mercedes Morales. Somos bastante familiares. Manuela desde pequeña ha trabajado con nosotros, cuando niña hizo una pieza que se llamaba Canción a Manuela y eso nos llenó de emoción, comenta.
Víctor nos confiesa que es un padre feliz sin tener sus propios hijos. Tengo a Manuela desde los 3 años y para mí ella es como mi hija, con el perdón de su padre, llevamos muy buena relación y me siento preparado para cuando Dios me mande mis hijos. Ha sido una experiencia maravillosa verla crecer y como se ha convertido en una joven preciosa.
Aunque han tenido una carrera llena de éxitos, hoy día sienten que están apenas aprendiendo. Siempre miramos hacia delante, uno trata de seguir mirando hacia el futuro. No tenemos limite, queremos seguir alcanzando otras metas.
¿Qué sientes cuando bailas con Mercedes?
Esa magia que la gente siente y una atracción muy especial. Cuando subimos al escenario somos dos profesionales y yo lo que siento es plena seguridad, porque disfrutamos lo que hacemos. He tenido la oportunidad de bailar con varias bailarinas muy profesionales, lo que pasa es que yo admiro a Mercedes, a mi entender, es una de las mejores bailarinas. Ella me da seguridad porque sé que si tenemos algún imprevisto se resolverá en ese momento. La gente muchas veces no se da cuenta que ha pasado algo que no está en los ensayos y se resuelve porque hay seguridad entre ambos.
Para Mercedes bailar con su esposo es muy cómodo porque existe una complicidad entre los dos cuando están en el escenario.
Ellos han recorrido los principales escenarios bailando juntos. Nos gusta bailar en pareja porque creamos una química muy especial. Aunque ambos hemos bailado con otras personalidades de gran renombre nacional e internacional.
Mercedes Morales fue fundadora del Ballet Clásico Dominicano, hoy día Ballet Nacional Dominicano. Se destacó en roles principales del repertorio clásico, tales como: El Lago de los Cisnes y Carmen. Formó parte del Ballet Concierto Dominicano que dirige Carlos Veitía como primera bailarina, ganando junto a Víctor Ramírez la medalla de bronce para la República Dominicana en el Festival Competencia en Ciudad Trujillo, Perú. Fue la coreógrafa e intérprete en los encuentros de Danza Contemporánea realizados por Ritmos. Tuvo una destacada participación en el espectáculo Cartas de Mónika Despradel.
Víctor Ramírez formó parte del Ballet Nacional Dominicano, destacándose en roles principales del repertorio clásico, recibiendo la beca de ballet (estilo balanchine). Graduado en Arte Escénico en la Escuela Nacional de Bellas Artes y Cultos. Fue escogido junto a Mercedes para la Gala Iberoamericana de Ballet, para la pieza Muñecos en Cuba. Es ganador de numerosos premios nacionales e internacionales.
Como actor ha tenido una destacada participación en el cine. Formó parte del elenco Cuatro Hombres y un Ataúd, de Pericles Mejía; filmó junto a Isabel Rosellini, Thomas Milian y Juan Diego Boto La Fiesta del Chivo, dirigida por Luis Llosa, que se estrenará en Berlín a principios de febrero. En el Buen Pastor rodó una escena, una producción del destacado actor Robert de Niro; actualmente está rodando la película Código 666, una novela de Angel Lockward, basada en la tragedia del niño Llenas Aybar.
En el año 1993 crea junto a Mercedes la compañía-escuela Ballet Roto en la que reúnen danza, teatro, poesía y técnicas multimedia. El objetivo es expresar en el lenguaje de la danza y a través de todas sus manifestaciones.
Busca dar acceso a los distintos sectores de nuestra sociedad al mundo artístico y cultural. Además, tiene especial interés en producir en ellos espacios de reflexión, identificación, cuestionamientos y búsqueda de alternativas nuevas y positivas a una vida que se desarrolla en un ambiente limitado, pero en definitiva humano.
Ballet Roto tiene 11 años como escuela donde realizan una fusión entre la danza clásica y la contemporánea.
Se le llamó Ballet Roto porque quisimos darle paso a otras áreas, no solamente al Ballet Clásico, que fuera una compañía de ballet tradicional y dar paso a otras técnicas, ya que tenemos muchas influencias de ritmos, señala Mercedes.
Me siento muy satisfecha con el trabajo que hemos realizado como coreógrafos y maestros. Ese es un trabajo que crece sobre la marcha, no es una cosa que se hace de un día para otro, se necesita tiempo para crecer porque como maestro se aprende cada día de los alumnos. Me siento muy contenta con el trabajo realizado, pero todavía no hemos llegado donde queremos, nos dice Mercedes.
Se imaginan con una gran escuela que abarque todo el país para que todos los niños, sin importar su nivel social, puedan estudiar, no solamente en su escuela como compañía privada, sino que se pueda realizar como país.
Que todos los niños tengan acceso a la profesión de la danza, que sea un camino agradable y soñado tanto para los niños como para los padres. Que sientan confianza de saber que es una profesión rentable, pero también sientan amor por una profesión digna.
A seguidas Víctor se hace cómplice de estos sueños. Sería el sueño realizado ver una gran institución que no solamente tenga presentaciones formales, sino que sea una compañía solicitada internacionalmente. Creo que se puede hacer mucho más y tener la oportunidad de enseñar lo que ya sabemos para lograr otros talentos y que la generación de la escuela que se convierta en un relevo porque llegará un momento en que seremos los coreógrafos, directores o profesores.
Afirman que la danza necesita más apoyo, más atención. El asunto es mucho más serio, la formación ahora es diferente y en ese sentido todavía estamos muy tibios. Necesitamos apoyo porque en el país hay mucho talento, no solamente es una velada de niños, estamos hablando ya de una profesión, una persona que se puede dar a conocer internacionalmente, eso influye mucho en nuestra juventud, en nuestra sociedad, en tener estrellas internacionales. Claro hay talentos que se han destacado, pero necesitamos muchos más como los tiene el béisbol, asegura Ramírez.
Sin lugar a dudas Víctor y Mercedes son una de las mejores parejas del arte nacional que hoy gozan del respeto y del aplauso del público cada vez que realizan una presentación. Estamos viendo los frutos ahora y cuando tratamos con jóvenes les motivamos y les decimos que las cosas llegan en su momento. Primero hay que prepararse y trabajar. Hay que soñar y al mismo tiempo trabajar con dedicación y amor. Esto es maravilloso, pero no es una fantasía, si te gusta la danza tienes que entender que es una profesión muy sacrificada y muy dura. Como dicen, son muchos los llamados y muy pocos los elegidos.
Todo lo que tiene que ver con las artes se tiene que sentir y quererlo y con esa misma intensidad la gente te recibirá. Si se hace con la misma rutina la gente lo percibe, el arte es pasión, es fuerza, es magia. Si hemos podido enamorar a alguien con lo que nosotros hacemos, eso nos hace muy felices y muy satisfechos de saber que nuestro trabajo ha llenado su cometido.