¿Merece José Dolores Alfonseca que se le reponga su nombre a una calle?

¿Merece José Dolores Alfonseca que se le reponga su nombre a una calle?

De José Dolores Alfonseca se recuerdan principalmente sus actuaciones políticas de ese convulso periodo histórico.
La Sociedad Dominicana de Bibliófilos y otras editoras han publicado el folleto que contiene una disertación de Alfonseca durante la intervención yanqui de 1916 titulada “Qué es el patriotismo” y en su biografía lamentan: “Prefirió la política como medio de alcanzar preminencia y gloria, pero le faltó la primordial calidad para las luchas de ese escenario: fuerza de carácter”.
Roberto Cassá dio a conocer su ideología revolucionaria y su proclamación de “la redención del obrero, cuyo liderazgo intelectual abrazó con ideas transformadoras a favor de la clase, reconociéndola como “la más salvadora”.
“Por primera vez en la República Dominicana asumió el objetivo socialista tras un cuestionamiento de la sociedad capitalista”, afirma el historiador en “Movimiento obrero y lucha socialista en la República Dominicana (Desde los orígenes hasta 1960)”.
Alfonseca dirigió movilizaciones y huelgas y promovió la lucha del explotado en el periódico “Trabajo”, publicó artículos sobre moral pública en los que citaba a Carlos Marx y a Ferdinand Lasalle. Dirigió manifestaciones populares contra los remanentes de la tiranía lilisiana. Asevera Cassá que “años después varió su pensamiento” y se apartó de “representantes de la izquierda horacista”.
Nació en Santo Domingo el 24 de mayo de 1878, hijo de Julia Garrido y José Dolores Alfonseca. “Niño aún entró a las aulas y fue bachiller antes de ser ciudadano y licenciado antes de ser diputado al Congreso. Ejerció su profesión de clínico y alternó con los doctores de París en las cátedras de la facultad de medicina. En Francia recibió el doctorado. Era inteligente y culto. Solía discurrir oralmente o escribir con fácil pluma sobre temas de diversa índole”, publicó Clío en 1934.
El discípulo de Hostos fue voluntario como médico en el ejército francés, que le distinguió con una medalla.
En Listín Diario de octubre de 1927 Rafael Vidal lo describió “fuerte, sin arrogancia, sincero, sin afectación, puro sin gazmoñería, absolutamente despojado de prejuicios, inteligente, sobrio, leal, generoso y valiente”, consideraciones que reproduce Medina Bennet en “Los Responsables, fracaso de la 3ra. República”.
Rufino Martínez anotó en su “Diccionario histórico biográfico” que cuando Trujillo se impuso “ya el doctor, que no era un hombre cobarde ni de mala índole, sino de alma generosa, no tenía más nada que buscar en la política”. Se marchó al exilio en Puerto Rico donde ejerció la medicina. Murió en Santurce el 15 de febrero de 1933.
¿Merece Alfonseca que se le reponga su nombre a una calle?

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