Merecimiento

Merecimiento

Las letras, el periodismo y la investigación histórica tienen en este país, como obligado punto de referencia, el ejercicio de un personaje que nos ha acostumbrado, desde que pisó esta tierra por primera vez, a la calidad inmejorable y depurado estilo de sus escritos.

Con tan altos méritos ha llenado María Ugarte un fragmento importante de la historia de las letras dominicanas, que no pudo menos que ser unánime la decisión del jurado para escogerla como ganadora del Premio Nacional de Literatura 2006, que otorgan cada año la Fundación Corripio y la Secretaría de Estado de Cultura.

Hace poco tiempo, doña María Ugarte fue escogida como Patrimonio Viviente de la Humanidad, con lo que de manera elocuente queda resaltada la calidad de su intervención en las letras, la investigación histórica, la crítica literaria y el periodismo locales.

Su ingreso a este país, procedente de su natal España, marcó el inicio de una etapa en que la cultura dominicana recibiría grandes aportes provenientes del depurado estilo de esta dama.

La Fundación Corripio y la Secretaría de Cultura, y el jurado en particular, han hecho una selección que reafirma la justeza de sus decisiones. Ha sido una merecida premiación, que a la vez que honra las altas dotes de esta dama, nos honra indiscutiblemente como beneficiarios de todos sus aportes.

Gracias, Doña María, por todo lo bueno que ha dado a este país.

Y haréis Justicia

El triunfo de los Tigres del Licey sobre las Aguilas Cibaeñas, que marcó el final de una serie de béisbol profesional que acaparó virtualmente la atención de todo el país, sirvió de pretexto para que muchos asesinos en potencia expresaran con disparos al aire, unos su alegría y otros su rabia.

Las acciones que anteceden a todo disparo al aire entrañan una premeditación basada en el conocimiento del manejo del arma que, sumada a la conciencia innegable de que todo proyectil que asciende termina por caer sobre algo o alguien, tipifica un acto criminal que se nos parece mucho al asesinato.

Nadie que disparara hacia el aire la noche del miércoles puede alegar desconocimiento de los efectos dolorosos, traumáticos, que las mal llamadas «balas perdidas» han provocado en numerosos niños que hoy son víctimas de daños irreversibles que han tornado en muecas sus inocentes sonrisas.

Todo el que haya disparado al aire lo hizo conociendo previamente las campañas intensas que se han desplegado en este país para tratar de disuadir esta práctica ofensiva y odiosa, basados, por supuesto, en los daños que provocan las balas perdidas.

Los rostros de niños mutilados y las causas de esas mutilaciones han sido plasmados y divulgados por todos los medios habidos y por haber, y nadie que tenga armas puede alegar que no los ha visto, que desconoce las causas de sus padecimientos.

Por eso, aunque confesándonos profanos en materia de Derecho, nos atrevemos a plantear que si aún con todo este conocimiento de causas y efectos alguien se inclina por disparar al aire, merece ser clasificado como asesino en potencia y, desde luego, sancionado con una dureza acorde con la clasificación. Y haréis Justicia.

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