Merengues imposibles de bailar

Merengues imposibles de bailar

Una de las guerras civiles más feroces fue la de 1912, cuyos combates en La Vega, Santiago y la Línea Noroeste dejaron centenares de muertos. Los Estados Unidos, que desde 1907 intervino las aduanas para cobrar la deuda externa, forzó la renuncia del Presidente Victoria el 26 de noviembre de 1912 y cuatro días después, el Congreso escogió al doctor Adolfo Alejandro Nouel y Bobadilla, arzobispo de Santo Domingo, como presidente provisional con el mandato específico de organizar unas elecciones libres antes de un año.

Nouel, quien había presidido una comisión negociadora que buscaba poner fin al desorden y quizás evitar una intervención directa de los marines que ya se presagiaba, se vio imposibilitado de gobernar por causa de varios caudillos sublevados contra cualquier gobierno que no satisficiera sus insaciables demandas de cargos públicos para sus parciales.

Entre ellos, Desiderio Arias merece especial mención. Hay un merengue sabroso que lo ensalza y cada vez que lo oigo salgo de donde lo estén tocando. El general Arias quizás fue un hombre guapo, pero representa todo lo peor de la política criolla. Al presidente Nouel, Arias se le presentó en Santo Domingo con una trulla de soldados y entró a caballo dentro de la casa particular del arzobispo, irrespetando su doble condición de Presidente y Arzobispo, exigiéndole prebendas, dinero y nombramientos para su gente de la línea noroeste. Esa canallada hizo que Nouel renunciara. Luego, cuando los americanos ocuparon el país en 1916, el “hombre de valor” del merengue, huyó al monte sin tirar un tiro ni combatir ni siquiera con palabras a las tropas invasoras. ¡Qué patriota!

La efímera presidencia de Monseñor Nouel concluyó tras cuatro meses y 13 días, el 13 de abril de 1913. Renunció en carta al Congreso desde Barahona, donde había viajado buscando recuperar su salud. Su carta decía: “Convengo en que por la Patria debemos sacrificarlo todo; pero ni ella ni nadie puede exigirnos el sacrificio de nuestra dignidad y de nuestra consciencia”. Pocos días después Nouel se embarcó hacia Europa, donde fue recibido por el Papa.

Durante quince días fue imposible la designación de un nuevo presidente provisional. Cuatro gobiernos se sucedieron en veloz desorden hasta que en 1916, apenas tres años tras su renuncia, vino la ocupación militar norteamericana, que Nouel había vaticinado y la cual combatió a diferencia de Desiderio.

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