“Hay que aprender a ayudar a los que se lo merecen, no sólo a los que lo necesitan. La vida responde al merecimiento, no a la necesidad”.
Jim Rohn
La palabra merecer viene del latín «merescere» que a su vez deriva del latín «merere» que significa «tener mérito o ganarse”. El merecimiento es un fruto que deriva de la semilla del propio amor. En los últimos tiempos, he tenido oportunidad de ver con claridad las áreas que aún permanecían vacías de mi propia bondad.
Una amiga me brindó espontáneamente una estadía en un paradisíaco lugar. Aunque fue un regalo inesperado, lo acepté inmediatamente. Arreglé mi maleta, preparé mi cámara, recogí varios libros, y elegí con cuidado la ropa de montaña, para disfrutar unos días maravillosos. ¡Estaba feliz!
La primera noche, sentí tanto agradecimiento por la facilidad con que se había dado todo, que mi corazón rebosaba de dicha. Saqué mi computadora y me acosté a trabajar, ocupando el extremo inferior de la cama. Amanecí vestida, incómoda, estrecha, con la luz encendida y “muerta” de frío.
Al despertar, me pregunté: “Karina, ¿qué parte de ti necesitó eso?”. La cama estaba vestida con una sábana suave de un fino algodón color celeste, las almohadas de plumas eran una delicia, la mullida colcha de unos mandalas color turquesa, verde limón, naranja y salmón era un espectáculo. Sin embargo, yo dormí arrinconada en un ladito de la cama y titiritando de frío.
Descubrí que una parte de mí creía que “no merecía” disfrutar tanta belleza y comodidad, sin “pagar el precio”. Pensé en mis ancestras esclavas, durmiendo a los pies de su ama. Vi como espectadora mi propia imagen: una “intrusa” en una habitación espectacular, que no podía disfrutar.
Esa mañana, mi amiga Yanet me dijo: “Kari, quiero trabajar el merecimiento”. Un par de semanas antes, Soraya también me había solicitado que le compartiera algún ejercicio para la falta de merecimiento, pues había detectado que había tocado un tope de su prosperidad.
El prolífico escritor cubano José Martí dijo que el amor es delicadeza, esperanza fina, respeto y merecimiento. Estas líneas son para Yanet, Soraya, Miosoti, Clio, Yicelle, Miguel, para ti y para mí.
La conciencia de prosperidad se relaciona con el merecimiento. Para merecer, es necesario que te sientas valioso y pienses que el bienestar te corresponde.
Cuando sientes dudas o miedo, conectas con la falta de amor por ti mismo y el no merecimiento se activa. El miedo baja tu frecuencia y agrede la esencia de lo que eres. Aunque a nivel consciente desees algo, si a nivel inconsciente tienes dudas de que llegue, tienes miedo de que se termine, temor de que fracase, o culpa porque estás disfrutando algo y otros no, ¡le cierras la puerta a la manifestación!
Al conectarte con la falta de valía o de autoestima, de alguna forma estás diciéndole al Universo “que no mereces” lo que dices que deseas, o lo que el Universo te envía al detectar un deseo, del que aún no te has hecho consciente.
Por un lado, tienes un deseo y por el otro crees que no lo mereces. Así, inconscientemente buscas que por cada cosa que te haga feliz, llegue otra que te estropee la dicha. ¿Reconoces de qué te hablo? La prosperidad es un movimiento de consciencia, en el cual vas sanando progresivamente las heridas que tu ego te ha provocado, para separarte de tu propio amor.
Lograr estados de felicidad es bueno, pero poder sostenerlos y disfrutarlos es mejor. La dicha que logras mantener es un signo de que te ves y te valoras a ti mismo de un modo sano. Seas consciente o no, la ley de atracción siempre actúa. Siempre atraes lo que es afín a la calidad de tus pensamientos.
El valor de sí mismo es exclusivo de cada persona, y es un indicador de en qué concepto se tiene a ella misma. A partir de lo que la persona cree que vale, crea la realidad que vive. Luego de mi experiencia, me dije a mi misma. “Karina, date el permiso para asentir a lo bueno y disfrutarlo, aunque te parezca que no te lo mereces”.
Las siguientes preguntas te ayudarán a entender tu relación con el merecimiento:
1. ¿Qué es lo que quieres y no tienes? Responde de forma clara y específica.
2. ¿Qué leyes había en tu casa en cuanto al merecimiento? ¿Te decían “No te lo mereces” o “te mereces_________ (algo desagradable como acostarte sin cenar, una pela, etc)”.
3. Tus padres, ¿se sentían merecedores? Y tú, ¿Te sientes merecedor o sientes que debes ganarte algo, o pagar el precio para merecerlo?
4. ¿Te privaban de cosas cuando hacías algo mal?
5. Cuando quieres algo, ¿Cuál es la imagen que te llega; “no es mi tiempo todavía”, “primero tengo que _____(esforzarme, ganármelo, prepararme, etc”.
6. ¿Mereces vivir?
7. ¿Para qué deseas vivir?, ¿Cuál es el propósito de tu vida?
8. ¿Qué te mereces? ¿Te mereces el amor, el júbilo y todo lo bueno? ¿O en lo profundo de ti mismo sientes que no te mereces ser próspero? Sí es así, ¿De dónde proviene el mensaje? ¿Estás dispuesto a desoírlo?
¿Qué hacer cuando te das cuenta que estás saboteándote? Te propongo hacer una dieta durante siete días. Si algún día no la haces, debes volver a empezar de nuevo. No debilites tu voluntad comentándola con personas que resuenen en una vibración baja.
Repite la dieta en voz alta al levantarte y al acostarte. Además, es conveniente anotar en una libreta de apuntes personales el día, la hora y el lugar donde empiezas la dieta de merecimiento y señalar el día, la hora y la fecha en que la terminas.
Este ejercicio es propuesto por la autora de libros de autoayuda Louise L. Hay, en su libro «Ámate a tí mismo: Cambiarás tu vida». Se llama dieta de merecimiento:
YO _________(nombres y apellidos completos) merezco todo lo bueno.
En mi mente tengo libertad absoluta.
YO _________(nombres y apellidos completos) Ahora entro a un nuevo espacio en la conciencia, en donde me veo de forma diferente.
Estoy creando nuevos pensamientos acerca de mi ser y de mi vida. Mi nueva forma de pensar se convierte en nuevas experiencias.
Ahora sé y afirmo que formo una unidad con el Próspero Poder del Universo. Y por lo tanto recibo multitud de bienes. La totalidad de las posibilidades está ante mi.
Merezco la vida, una vida buena.
Merezco el amor, abundante amor.
Merezco la salud.
Merezco vivir cómodamente y prosperar.
Merezco la alegría y la felicidad.
Merezco la libertad de ser todo lo que puedo ser.
Merezco muchas cosas más que todo eso: merezco todo lo bueno.
El Universo está más que dispuesto a manifestar mis nuevas creencias y yo acepto la abundancia de esta vida con alegría, placer y gratitud. Porque me lo merezco, lo acepto y sé que es verdad.
Me merezco lo mejor y ahora lo acepto.
Yo Soy Uno y la misma cosa con el Poder que me ha creado.
Así Es. Gracias Amado Universo.