KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
Por el decreto 1656 del Poder Ejecutivo, notificado en el año 1971, noviembre fue designado como el Mes Nacional de la Familia en República Dominicana; con el fin de realizar campañas para la formación integral de las familias, con el propósito de que éstas sean formadoras de personas y promotoras del desarrollo integral de todos sus miembros.
Es el mes elegido para recordar y promover, a través de actividades, seminarios y movimientos, la importancia de reforzar los vínculos de las familias como pilar básico del tejido social, ya que es justamente la sustancia viva que conecta al adolescente con el mundo y transforma al niño en adulto, razón por la cual es irremplazable como centro transmisor de valores, hábitos y conductas.
La familia es considerada como el núcleo original y primario en que se desenvuelve el hombre, es decir, es la célula social cuya membrana protege en el interior a sus individuos y los relaciona al exterior con otros organismos semejantes, a medida que va dotándolos de esa experiencia que adquieren a lo largo de toda su vida para desarrollar sus capacidades innatas para amar, para crecer y madurar en la vivencias de amor.
Nuestra familia es el espacio donde encontramos identidad, estabilidad y seguridad. A manera de pequeña sociedad, la familia es la arena donde se permite toda suerte de ensayos y fracasos en un ambiente de protección, de tolerancia, de firmeza y de cariño.
Es en el seno familiar donde cultivamos lo humano del hombre, que es el enseñarlo a pensar, a profundizar, a reflexionar. Es en el ámbito de la familia donde el hombre aprende el perfeccionamiento de las virtudes, el respeto como pilar del amor, la honradez, la generosidad, la responsabilidad, el amor al trabajo, la gratitud, etc. La familia nos invita a ser creativos en el desarrollo de la inteligencia, la voluntad y el corazón, para poder contribuir y abrirnos a la sociedad preparados e íntegros.
Este mes nos incita a realizar un análisis interno de nuestras relaciones familiares, para determinar qué buscamos, qué queremos y qué damos a nuestros familiares, así como establecer qué podemos hacer para cambiar una situación existente inadecuada, como para reforzar las fortalezas que posea ese sistema familiar; pero nada de esto lo podremos lograr si no enfatizamos que es esencial para mantener el diálogo y los canales propicios para transmitir los valores positivos que harán mejores a nuestras familias, comunidades y a la sociedad en su conjunto, el decirles, demostrarles y recordarles constantemente a nuestras familias cuánto la amamos, y cuán importante son en nuestro existir.
Diría que es muy importante, para la solidez necesaria de las familias, el construir relaciones confiables cumpliendo con las promesas. Hay que demostrar que no importa que digan o hagan los hijos, hay que hacerles saber que sus padres los aman, y que son capaces de mostrar su cariño en muchas maneras.
Las familias deben pasar tiempo juntos, caminando, leyendo, jugando, hablando, cocinando. Algunos momentos envuelven instantes especiales de intimidad, hay acciones que deberían ser cotidianas en nuestra vida en familia como: comer con nuestra familia por lo menos una vez al día, leerle un cuento a nuestros hijos (as) antes de dormir, revisar y ayudarles en sus tareas, llamarlos para saber si están bien, platicar con ellos y con la pareja para saber cómo les fue en la escuela o en el trabajo, buscar momentos en que se pueda hablar mutuamente acerca de decisiones importantes y planes diarios, para discutir sus sentimientos, temores o preocupaciones.
En este mes, tenemos una oportunidad más de comprender la importancia que amerita la familia, ese sistema que, como todo organismo vivo, tiene una historia, un nacimiento y un desarrollo. Se reproduce, declina y también muere. Confronta diferentes tareas en cada uno de estos pasos: la unión de dos seres con una meta común, el advenimiento de los hijos, el educarlos en sus funciones sexuales y sociales, el soltarlos a tiempo para la formación de nuevas unidades y el quedar la pareja sola nuevamente. Si la familia cumple con estas funciones, entonces será una familia sana, sólida y preparada para enfrentar los estragos de la sociedad.