Febrero es el mes en el cual los dominicanos conmemoran y honran la Patria, y los próceres y héroes que hicieron participaron en las luchas independentistas, para que hoy República Dominicana goce de ser un país soberano, libre e independiente.
Aunque los más sonoros e influyentes en la independencia dominicana fueron hombres, la misma no hubiese sido posible sin el esfuerzo y aporte de varias mujeres que demostraron ser igual de valientes y apasionadas por su Patria, y por tal razón también son recordadas cuando del Mes de la Patria se habla.
A continuación, le presentamos quiénes fueron las mujeres que también lucharon por la libertad dominicana:
Concepción Bona y María Trinidad Sánchez
Cuando se habla de las “Mujeres de febrero”, por lo general, siempre vienen a la mente los nombres de Concepción Bona y María Trinidad Sánchez, quienes tuvieron a su cargo la confección de la primera bandera. Pero esto va más allá.
En el marco de su desempeño histórico en su lucha por la independencia de la nación, María Trinidad Sánchez utilizaba sus faldas para esconder y transportar pólvora, además de que elaboraba balas que serían usadas en la gesta del 27 de febrero. Pero además, junto a Concepción Bona ayudó a la causa independentista confeccionando la primera bandera dominicana.
María Trinidad fue encarcelada y condenada a muerte por oponerse al gobierno conservador y anexionista de Pedro Santana, el primer presidente dominicano. Pudo salvar su vida si delataba a otros conspiradores. Al negarse a tal vileza, fue fusilada el 27 de febrero de 1845.
En tanto que Concepción Bona o María Concepción Bona de Hernández, su nombre verdadero formó parte activa de reuniones de muchachos y muchachas, quienes tenían el firme propósito de conquistar la libertad de su patria, y con tan solo 18 años de edad ya estaba comprometida con los ideales del patricio Juan Pablo Duarte.
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Juana Saltitopa
Juana de la Merced Trinidad mejor conocida como Juana Saltitopa, se integró a la lucha en los inicios de la batalla del 30 de marzo en Santiago, ofreciéndose como soldado, las hazañas realizadas por esta hizo que la llamaran la coronela inmortal.
En Santiago, peleó contra los haitianos; y echaba para adelante a los hombres que se acobardaban; atendía a los heridos, les brindaba agua a los combatientes para que calmaran su sed y refrescar los cañones, le llevaba pólvora en su delantal o en su pañuelo a los artilleros y les cantaba coplas a los soldados para que siempre estuvieran contentos y valerosos.
Rosa Duarte
La leída hermana de Juan Pablo Duarte mantuvo un firme compromiso con el ideal independentista.
Siempre al tanto de la trama libertadora, convirtió en balas planchas de plomo que obtuvo del almacén de su padre Juan José Duarte, y legó a la historiografía el famoso de diario, que recoge inapreciables testimonios sobre la independencia y la vida de su hermano.
Por sus actos durante la persecución política posterior a la proclamada República, fue desterrada junto con su familia por el Gobierno del presidente Pedro Santana, abandonando así a su prometido fusilado en 1855, Tomás de la Concha, y falleciendo finalmente en Caracas en la década de los 80 a causa de disentería.
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Manuela Diez
La madre de Juan Pablo Duarte sacrificó sus propiedades, sufrió persecuciones y vivió precariamente, como consecuencia del apoyo que dio a su hijo Juan Pablo y a los demás separatistas. Aunque fue detenida en el exilio, sin amedrentarse, entregó sus bienes a la causa independentista.
María Baltasara de los Reyes
Maria Baltasara de los Reyes estuvo en la proclamación de la República en la madrugada del 27 de febrero fusil en mano, pero esta puso su casa como refugio para que el patricio Juan Pablo Duarte se escondiera hasta salir hacia el exterior.
Micaela de Rivera
Micaela de Rivera, junto a su hija Froilana, se encargaron de confeccionar los cartuchos que más tarde serían distribuidos a las tropas independentistas en la provincia de El Seibo. Casada por segunda vez con el general Pedro Santana, Micaela actúo como comunicadora de su esposo junto con Froilana, quien contrajo matrimonio con el gemelo de Santana, ya que ambos permanecieron un largo tiempo ocultos preparando el golpe libertador en la región del este.
Además de sus servicios por la causa socorriendo a los enfermos, la familia vendió prendas y otros bienes en contribución a la compra de los primeros buques que defenderían las costas en 1844.