Mesías en burro y rodeado de niños

Mesías en burro y rodeado de niños

Manuel Maza, S.J.

En tiempos de Jesús, Roma celebraba sus victorias con un elaborado rito. La muchedumbre curiosa contemplaba el desfile de los prisioneros encadenados, las tropas arrogantes y el general triunfante montado en un fogoso caballo blanco.

Hoy, Domingo de Ramos, Jesús nos propone otro tipo de liderazgo. El Maestro entró en Jerusalén, montado en un burro, animal humilde y de trabajo. Desde el lomo de un burro, Jesús se ríe elegantemente de todos los que vamos “bien montados”, y nos invita a valorar a los sencillos, a los que cargan sobre sus espaldas el peso del país, como si fueran burros. Necesitamos un liderazgo comprometido con poner a valer el trabajo de los pequeños, como tantas veces han pedido nuestros Obispos, en aplaudidas e ignoradas pastorales y mensajes.

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El cortejo de Jesús estaba compuesto por niños. ¿Qué victoria logrará el líder Jesús con esa risueña e inquieta tropa infantil en fiesta, rodeándolo engalanada con ramos y flores? Con los ojos de la fe, contemplamos en los rostros de esos niños, la fuerza transformadora de la persona y el mensaje de Jesús. Esos pequeños captaron algo único en el Señor del burro. En Jesús, encontraron la buena voluntad para todos, la inocencia del que ofrece una amistad para siempre y desinteresada.

Semana Santa y Mayor, entra Jesús en la Jerusalén asesina, podrida la traición y la deshonestidad. Pero en la fiesta de los niños con ramos y en el lento andar del burro la única propuesta válida para despertar a la vida diferente se abre paso entre nosotros.

Sea la Semana Santa algo que celebres de corazón o te untes en la piel, que tu mirada se cruce con la del hombre del burro para comprender lo que saben desde hace siglos, el burro y los niños.