Mestizos trihibridos

Mestizos trihibridos

Hace un par de días un viejo amigo me dijo por teléfono: muchas generalizaciones en boga, sobre temas de culturas y razas, son intelectualmente peligrosas, pues carecen de matices y precisiones. Hay países del Nuevo Mundo que son llamados “Euroamérica”; entre ellos están Canadá, EUA, Argentina. Se rotulan así porque el origen de su población es, principalmente, el continente europeo. En los Estados Unidos y en el Canadá, por supuesto, viven también personas de origen africano; existen incluso reservaciones indígenas en ambos países. En cambio, Cuba, Santo Domingo, Haití, son llamados “Afroamérica” por su mayor componente racial negro.
El calificativo de “Indoamérica” se reserva para países como Perú, Ecuador, Bolivia, donde habitan millones de indígenas que conservan sus costumbres tradicionales y hábitos alimenticios, que hablan sus lenguas originales, tocan y bailan su música autóctona. El Brasil es una enorme comunidad territorial en la cual coexisten europeos, negros y aborígenes precolombinos. En todas “las Américas”, sean del Norte, del Sur, del Centro, hay mezclas de razas y de civilizaciones, en proporciones diversas. Me dijo ese amigo que no habría una “raza cósmica”, como pretendía el mexicano José Vasconcelos. Las razas se mezclan sin crear una raza nueva. Pero las culturas si pueden fundirse en “especies” nuevas.
“Euroamérica”, “Afroamérica”, “Indoamérica”, son tres generalizaciones, tan adecuadas como inexactas. En las Antillas, esta discusión “bizantina” alcanza una virulencia inusitada. Tenemos a la vista las teorías del etnólogo haitiano Jean Price-Mars, las del psiquiatra martiniqueño Frantz Fanon, las opiniones de V.S Naipaul, periodista y escritor de origen hindú, nacido en Trinidad, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2001. Todos ellos abordan “dramáticamente” los temas de la identidad, racial o cultural. Con frecuencia las visiones del martiniqueño intentan aplicarse en Cuba o en Santo Domingo.
La esclavitud dejó en los “afrodescendientes” profundas y dolorosas huellas; los regímenes políticos impuestos por los colonizadores españoles, británicos, franceses, produjeron diferentes formas de rebeldía en cada una de las islas antillanas. “Eurodescendientes” e “indodescendientes”, contribuyen con sus propias actitudes a complicar el cuadro colectivo. “Los conquistadores nos despojaron de la tierra”, dicen los nativos. Nosotros, “eurodescendientes”, no somos europeos; tampoco responsables ni herederos de los abusos de los conquistadores. Somos, esencialmente, hijos de libertadores.

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