Metamorfosis del caballo

Metamorfosis del caballo

PEDRO GIL ITURBIDES
Bajo la presidencia de Raúl Castro, el gobierno cubano accedió a firmar los tratados de derechos humanos promovidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La semana anterior, el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, suscribió los tratados. Ahora se espera que este radical cambio se aplique en la vida cotidiana. Porque no es tanto el que se suscriban, como el que se observen, lo que se espera.

Pérez Roque viajó a la sede del organismo mundial para firmar por un lado el convenio sobre derechos civiles y políticos, y por otro, el de derechos económicos, sociales y culturales. Respecto de este último, bien poco tendrá que añadir el añoso régimen a lo que es su tarea gubernativa. En lo tocante al primero, sin embargo, vale la pena observar, para saber si la puerca retorcerá el rabo. Para comenzar  – ratificación por la asamblea popular a un lado – tendría que darse la liberación de presos políticos.

Grupos de los connotados disidentes que viven en Cuba han expuesto, de diversas maneras, esta esperanza. De hecho, consideran que la principal forma de ratificación es la puesta en libertad de los presos políticos. Aunque en el pasado el régimen eludió referirse al tema en muchos conciliábulos mundiales, u observar los principios en que se basan los acuerdos, hoy no tendría justificación para sostener esa postura. La suscripción anula o invalida las excusas.

Pero la aplicación tiene sus bemoles. Pérez Roque lo dijo en Nueva York, con claridad meridiana. “El régimen no actuará por presiones”. Cuanto es preciso observar, al margen de las presiones que interna o externamente pudieran producirse, es que el régimen engendra su metamorfosis. Y tarde o temprano sobrevendrá la sorpresa. ¿Cómo proceder? A los opositores les agradaría que la excarcelación se produzca mañana. Pero no olvidemos que se habla de un régimen que de la tiranía pasa, casi inadvertidamente, a un sistema contemporizador. Es más complejo el proceso, por consiguiente.

El gobierno cubano sostendrá por un tiempo que nunca ha violado uno sólo de los derechos civiles y políticos de los cubanos. Admitirlo es tanto como llamar a la rebelión desde el poder. Esto es imposible. De manera que, al igual que está ocurriendo con otros aspectos de la vida política de Cuba, la evolución sustituirá a la post revolución.

No haber derribado el régimen de Fidel impone la paciencia, y hasta la tolerancia. Estas expresiones podrán sonar heréticas, y lo admite quien lo escribe. Más, no hay otro modo de concebir la adopción de instituciones y principios contradictorios con los regímenes tiránicos. Mucho se ha logrado. Por ello conviene que, cuantos no quisieron unos, y no pudieron otros, derrocar a ese régimen, esperen el cambio de la piel. Porque no es corriente contemplar al caballo completando su metamorfosis. Pero, a la vista de todos, el de Cuba, túbano en mano, lo está haciendo.

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