La incondicionalidad jamás puede considerarse un requisito para nada que no sea una rendición bélica y aún así hay alternativas. Los mejores amigos son quienes se dicen la verdad. Pero en nuestra aún conchoprimesca política, decir lo que no conviene puede resultar, sin pleonasmo, inconveniente de verdad
También, como he dicho antes, hay que tener cuidado qué uno quiere o desea, pues una vieja maldición creo que judía- reza: Ojalá se den todos tus sueños. Recordé esto al meditar acerca de qué deben soñar los padres para sus hijos, tras escuchar comentarios sobre mi artículo del martes pasado.
Un abogado quizás quiera que su vástago estudie leyes; el comerciante talvez desee que un hijo siga sus negocios. Pero, ¿y si el ejemplo que se le ha dado a los hijos es haberse dedicado a burlar la ley? La meditación da jaqueca. Y para escapar del gancho de entrar en escabrosos detalles, la memoria vuelva al en auxilio, haciendo estallar en la consciencia dos versos de Guillaume de Aquitania: Je ferai un vers sur le purnéant, /Ne será sur moi ni sur personne, que quiere decir: Haré un verso sobre la pura nada, /No tratará de mí ni de otra gente.
Guillermo de Aquitania nació en 1071 y murió en 1126. Es uno de los primeros poetas de las literaturas románicas. Fue el noble más rico de Francia, con más tierras que el propio rey, y fue un gozón, autocalificado como trinchador de donnas, cuya concupiscencia le valió ser excomulgado dos veces pese a ser un gran cruzado. Desarrolló el trobadorismo, práctica poética de cantores que recorrían el país ejerciendo su arte. Combatió a los moros en Valencia.
¿Será por lo de trinchador, tan parecido a pinchador, que la loca de la casa trajo halado por los pelos a Guillermo de Aquitania? No sé, pero así como hay días para caldos, hay artículos que es mejor soñarlos
Pero hasta en sueños encuentra uno lo que no busca. La voz inglesa serendipity, hasta hace poco carecía de traducción aunque se usa serendipia, que significa según Websters la facultad o fenómeno de encontrar cosas valiosas o amenas sin estar buscándolas. Los héroes de una fábula persa, Los Tres Príncipes de Serendip, poseían esta facultad. Serendip era para los iraníes antiguos Ceilán, la actual Sri Lanka. ¡Tan lejos, aunque parezca aquí!