Ahora resulta que el remedio que nos propone el gobierno contra la inseguridad ciudadana y sus efectos secundarios, que pueden describirse como miedo generalizado a salir a las calles y desconfianza hasta de la propia sombra, es una enema de nuevos impuestos que sus estrategas, expertos en eufemismos y otras formas de disfrazar la realidad con palabras bonitas o completamente inocuas, han bautizado pomposamente como Pacto Fiscal. Ignoro si la idea es original del vocero de la Presidencia, Roberto Rodríguez Marchena, o si es otra genialidad de esos mismos estrategas, pero sea de quien sea la infeliz ocurrencia lo cierto es que alguien en el gobierno se pasó de contento, y también de cínico. Porque decir ahora que para generar los recursos necesarios que le permitan combatir la inseguridad ciudadana, equipar a la Policía y mejorar los salarios de sus miembros, entre otras medidas y acciones, el país necesita de nuevos impuestos no solo es una muestra de oportunismo de muy mal gusto en las presentes circunstancias sino también un chantaje que apuesta al miedo y la indefensión de los ciudadanos. “Señores empresarios, señores clase media, señores trabajadores, emprendedores por cuenta propia ¿queremos mayores niveles de seguridad? ¿cómo lo vamos a lograr? ¿cómo lo vamos a financiar?… Estamos abocados a un Pacto Fiscal. ¿Qué es lo que quiere decir Pacto Fiscal? Es el soporte financiero del país que queremos construir”. Dudo mucho, no obstante sus habilidades retóricas, que Marchena consiga quien le compre el argumento de que tenemos que pagar mas impuestos, exprimirnos nuevamente los bolsillos, para que los peledeístas resuelvan un problema que no les interesó resolver a lo largo de doce años de gobierno y dos reformas fiscales.