Mexicanos se debaten entre dos placeres

Mexicanos se debaten entre  dos placeres

MÉXICO. La alimentación del oficinista mexicano se escinde en dos elecciones opuestas que coexisten pero no se rozan. De un lado, la comida callejera: tacos expuestos al asfalto. Del otro, la comida gourmet, que aúna la nutrición y la estética. Los tradicionales puestos callejeros, de estructura metálica, pueden verse en cada esquina de la Ciudad de México, generalmente abarrotados por la muchedumbre desde temprana hora. La comida luce al raso, cortada allí mismo sobre el mostrador y expuesta al monóxido de carbono expulsado por los tubos de escape.  Las servilletas penden como una ristra de un alambre enganchado al techo y los clientes devoran la comida servida en coloridos platos de plástico.     La coordinadora de la Clínica de Nutrición de la Universidad Iberoamericana, Alicia Parra, cuenta  que los clientes de los puestos de la calle, la mayoría oficinistas, “consumen más energía de la que necesitan, lo que favorece a la obesidad”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas