MÉXICO. El presidente, Enrique Peña Nieto, pretende eliminar las policías municipales mexicanas como parte de un plan de choque que expertos estiman poco novedoso contra la profunda infiltración del narcotráfico en las autoridades locales, que volvió a destaparse con la desaparición de estudiantes en Guerrero (sur).
Peña Nieto, inmerso en la peor crisis de su mandato, anunció este plan el jueves en un mensaje televisado a la Nación, precedido por una nueva matanza en el estado de Guerrero, donde aparecieron 11 cadáveres decapitados. «México no puede seguir así», recalcó el mandatario dando la razón a la indignación nacional por el crimen de los 43 estudiantes, que ha generado multitudinarias protestas en el país y reclamos desde el exterior.
«Asumo la responsabilidad de encabezar todos los esfuerzos necesarios para liberar a México de la criminalidad, para combatir la corrupción y la impunidad», dijo Peña Nieto en el Palacio Nacional ante los gobernadores estatales y representantes de todos los poderes y la sociedad civil. En su paquete de nuevas medidas de seguridad, que enviará el lunes al Congreso, el presidente incluyó una reforma constitucional para reemplazar los cuerpos de policía municipal por fuerzas únicas de cada uno de los 32 estados.
Una policía estatal «más confiable». El nuevo modelo pasará de «más de 1.800 policías municipales débiles, que con facilidad pueden ser corrompidas por la delincuencia, a 32 sólidas corporaciones de seguridad estatal que sean más confiables, profesionales y eficaces», explicó.
Otra de las propuestas permitiría al gobierno federal disolver cualquier ayuntamiento «cuando existan indicios suficientes» de infiltración del crimen organizado, señaló Peña Nieto, que también hizo propuestas en justicia y desarrollo económico.
Peña Nieto se dirigió a una sociedad mexicana que sigue escandalizada por el brutal ataque a tiros de policías locales de Iguala (Guerrero) contra decenas de estudiantes la noche del 26 de septiembre presuntamente por orden del alcalde, acusado de estar al servicio del cártel Guerreros Unidos.
Después de los ataques, que dejaron seis muertos, agentes de Iguala y la vecina localidad de Cocula entregaron a 43 estudiantes sobrevivientes a sicarios del cártel que los habrían asesinado, incinerado sus cuerpos y arrojado los restos a un río, según las investigaciones de la fiscalía.
Los primeros estados donde se empezarán a disolver las policías serán los conflictivos Michoacán (oeste), Jalisco (oeste), Tamaulipas (noreste) y Guerrero donde, a pesar del amplio despliegue actual de fuerzas federales, se volvió registrar otra masacre este jueves.
Será para 2016 cuando se eliminen por completo las policías locales en esos primeros cuatro estados, estimó en un encuentro con medios internacionales Aurelio Nuño Mayer, jefe de la oficina del presidente. «A pesar de los esfuerzos que había venido haciendo este gobierno y que hicieron anteriores gobiernos, claramente ha sido ampliamente insuficiente lo que hemos hecho por la agenda de seguridad, de justicia y de estado de derecho», admitió Nuño.
Un viejo nuevo plan. «Pareciera ser que el gobierno no hace más que reeditar el mismo producto con un nuevo envoltorio. La efectividad del gobierno para abordar la enorme y grave crisis de derechos humanos que enfrenta México está en su capacidad de mostrar resultados», dijo el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco.
Para esta ONG, el crimen de Iguala es uno de los peores de la historia reciente latinoamericana. Además, ha acusado al mandatario de falta de compromiso contra la impunidad que rodea a la inmensa mayoría de los más de 80.000 asesinatos y 22.000 desapariciones perpetrados desde que su antecesor, Felipe Calderón, lanzó una polémica ofensiva militar antidrogas en 2006. Peña Nieto, que mantuvo el despliegue militar, asumió la presidencia en 2012 con la promesa de conseguir un «México en paz».
Según él, los homicidios vinculados al crimen organizado se redujeron en 36% entre septiembre de 2013 y julio de 2014. También ha lanzado un programa de prevención del delito, que los expertos creen que tardará años en mostrar resultados, y un nuevo cuerpo de Gendarmería de 5.000 policías con formación militar. Sin embargo, el crimen de Iguala puso al desnudo de nuevo la connivencia entre el narcotráfico y policías locales.
Tras las desapariciones, el gobierno ya relevó a las policías de Iguala, Cocula y otros 12 municipios por nexos con la criminalidad. Peña Nieto no es el primer presidente en tratar de reformar la policía mexicana, una de las instituciones que genera más desconfianza entre la población.
Calderón ya puso en marcha un programa de controles de confianza con pruebas como el polígrafo para los más de 400.000 agentes federales, estatales y municipales, que los suspendieron en un 13%, 10% y 6%, respectivamente. La ONG Causa en Común alertó esta semana que 42.214 agentes de los tres niveles siguen trabajando pese a no haber superado las pruebas.