México, Migración y Trump

México, Migración y Trump

Las implicaciones en el orden comercial y migratorio que podrían generarse entre México y los Estados Unidos requiere de una toma de conciencia respecto de más de 3,000 kilómetros de frontera y 532 mil millones de dólares de comercio bilateral. No obstante, la retórica enfatizada por el nuevo inquilino en la Casa Blanca llega en momentos donde parecen olvidar que el 16% de las exportaciones estadounidense tienen como destino final la nación azteca.
Trump es un político que decidió iniciar su gestión amparado en la plataforma de campaña, y en ese sentido, la articulación de una nueva mayoría conservadora le conduce hacia el diseño de acciones tendentes a fortalecer segmentos ciudadanos que sienten en los flujos migratorios la raíz de sus dificultades económicas. Y los mexicanos están colocados en el centro de una estrategia no sólo agresiva sino ardid por excelencia de discursos nacionalistas y proteccionistas que, de llegar a hechos concretos, olvidarían los seis millones de puestos de trabajo establecidos en territorio norteamericano como resultado de la relación entre ambas naciones.
Lo que podría producir el proceso de confrontación entre el sector republicano gobernante y la administración de Peña Nieto es radicalizar sectores internos dentro de la sociedad mexicana que, evocando episodios históricos, consigan estructurar todo un proceso político en capacidad galvanizar una candidatura con la voluntad de unificar franjas importantes alrededor de resistir la embestida de la administración Trump. Algunos observadores y analistas parecen olvidarlo, pero la concepción de desagrado hacia el vecino del norte data de lejos, y la famosa declaración de independencia de Texas en 1836 que segmentó una parte importante del territorio hizo capitular a las élites políticas bajo la firma del acuerdo Hidalgo-Guadalupe en 1848. Eso sí, la espinita siempre anda en el corazón de un nacionalismo con exponentes renovados en el tiempo: Lázaro Cárdena, Sub/Comandante Marcos y la versión electoral de mayor posibilidad: López Obrador.
En la medida que la administración estadounidense presenta la posibilidad de edificar un muro, impulsa un componente financiero que el orden práctico exhibe cargas y tecnicismo imposibles de implementar en lo inmediato porque en la medida que se mantenga el Nafta no es viable ni posible. Además, los mexicanos representan la economía #14 del mundo y constituyen el principal comprador de 31 estados norteamericanos. No será fácil!
En toda la región y buena parte del mundo nos olvidamos que la victoria de Donald Trump expresa una visión no compartida por muchos, pero posiblemente atractiva en los Estados Unidos. Y el presidente estadounidense estructuró niveles de empatía y esperanzas en poblaciones caucásicas, clase media, desdeñosas de minorías étnicas que aspiran un “hacer América grande de nuevo”. Ahí está el origen y razón política de un cambio repentino operado en el gobierno debido a que el sector victorioso en las pasadas elecciones dista bastante de la visión gubernamental que caracterizó el gobierno demócrata dirigido por Barack Obama.
América Latina tendrá que acostumbrarse a una nueva relación con el poder político norteamericano. Contrario a otras épocas, ahora las distancias no están fundamentadas en aspectos ideológicos sino comerciales y la visión prevaleciente obligará a un replanteamiento del continente, tanto en el orden comercial como político.
Lamentablemente, México parece constituirse en el primer tramo de un largo proceso de transformación de la política comercial de los Estados Unidos. Aspiramos a una mayor comprensión. De lo contrario, las posturas radicales que en el orden comercial se adopten, como expresión de una visión diferente hacia nuestros países, podrían establecer las bases de un discurso en el liderazgo latinoamericano desconectado de una realidad, amiga de la concertación y los puentes de entendimientos.

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