CANCUN, México (AFP) – El balneario mexicano de Cancún (este) quedó este lunes bajo toque de queda tras el paso de Wilma, que aunque sólo causó 10 muertos, dejó un panorama devastador en la península de Yucatán, con pueblos incomunicados y miles de turistas que querían huir del lugar cuanto antes.
«A partir de las siete de la noche, queda restringida la movilización ciudadana que no tenga nada que ver con (…) operaciones de abastecimiento, rescate o limpieza», declaró el alcalde Francisco Alor a la emisora W Radio.
Preguntado si era un toque de queda, el alcalde contestó: «Es una invitación respetuosa».
Sin embargo, la situación sobre el terreno era ya de tensión creciente, sin luz, sin teléfonos en buena parte de la ciudad, y con al menos 18.000 turistas que querían abandonar el lugar lo antes posible.
Al menos 370 personas fueron detenidas tras los saqueos del fin de semana, dijo a la AFP Jaime Ongay, subdirector policial de la procuraduría estatal.
Con 7.000 líneas telefónicas operando (de unas 30.000), de acuerdo con nuevas cifras de Telmex, Radio Ayuntamiento era la única emisora al aire y se convirtió en el único canal de comunicación para esta ciudad de 700.000 habitantes.
El sector hotelero necesitará al menos 3 a 4 meses para volver a la normalidad, según Jesús Almaguer, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles del estado de Quintana Roo (este).
Cancún rozó el caos especialmente el domingo, cuando centenares de personas se lanzaron a las calles tras 48 horas de encierro para robar alimentos, electrodomésticos y mobiliario.
«Estamos abriendo sólo para ver cómo quedó el local, encontré forzada una de las cortinas, sí tengo miedo que me saqueen», declaró Abad Benito, un hombre de 39 años, propietario de una tienda en el centro.
La Policía Federal Preventiva (PFP), con 250 elementos, tuvo que hacer acto de presencia junto al Ejército, para patrullar las calles.
«Hubo operativos toda la noche (del domingo), se utilizaron gases, disparos al aire, para ahuyentar a los saqueadores», detalló a la AFP Rodolfo García Pliego, secretario de Gobernación del ayuntamiento.
En la isla de Cozumel, el toque de queda fue establecido también por las autoridades locales, según Ardelio Vargas, jefe del estado mayor de la Policía Federal Preventiva (PFP).
Con dos muertes más, el saldo de fallecidos en México por Wilma se elevó a 10, relativamente bajo para el nivel de destrucción imperante.
Sin embargo, un millón de personas pasaron su cuarto día de emergencia sin electricidad, sin teléfonos, en muchos casos sin acceso a agua potable.
Por todo el estado de Quintana Roo, las imágenes eran de absoluta desolación: las rutas entre la costa y el interior estaban inundadas en algunos casos, aunque la comunicación entre Cancún y la ciudad de Mérida, en el interior, permanecía abierta.
Ante el cierre temporal del aeropuerto, unos 18.000 turistas atrapados en Cancún tenían previsiblemente que tomar esa única ruta para salir con garantías de la zona.
«Hay un interés especial en ayudar a los cerca de 20 ó 35.000 turistas que están en la zona norte del Estado. Esperamos que eso pueda hacerse en el transcurso de este día con camiones que los lleven al aeropuerto de la Ciudad de Mérida», declaró el gobernador de Quintana Roo, Félix González.
Un total de 160 torres de alta tensión eran inutilizables, declaró el presidente Vicente Fox al evaluar los daños al llegar a Cancún.
«Quiero un mando único, federal», exigió Fox a las autoridades locales, para garantizar la seguridad en Cancún.
«No tenemos radio, televisión, la gente no se entera de lo que está pasando», reconoció Fox.
En los ayuntamientos, las colas de los pobladores empezaban a hacerse largas, y en ocasiones cundía el nerviosismo.
En una comunidad de pescadores que resistió hasta el último minuto la evacuación, El Cuyo, 150 casas resultaron afectadas, y la carretera de acceso se convirtió en un río, según imágenes televisivas.
«No estamos amedrentados ni asustados. Pasó lo mismo con (el huracán) ‘Gilberto’, estamos seguros de salir adelante, no pedimos dinero, nada de regalo, pero sí que nos ayuden a gestionar el crédito por más de 500 millones de dólares», pidió el representante de los hoteleros, Almaguer.