PUEBLA, México. Cada 12 de marzo, cuando se celebra el día de San Gregorio del calendario occidental, centenas de habitantes de los pueblos aledaños al segundo volcán más alto de México le preparan ofrendas y música.

Con las luces de la madrugada, los pobladores de municipios como Santiago Xalitzintla, Tlamacas y San Nicolás de Los Ranchos inician un día largo de peregrinación hasta arribar a las faldas del volcán Popocatépetl, que se erige entre los estados centrales de Morelos, Puebla y México, a unos 72 kilómetros al sureste de la capital.

Le llevan música y ofrendas, utensilios y cantos, con la esperanza de que el volcán no haga erupción. La travesía se inicia en camionetas y camiones de redilas hasta cuando las carreteras se topan con las faldas de `Don Goyo’, como popularmente es conocido el volcán, cuyo nombre es tomado del náhualt, lengua indígena.

Allí se inicia una agotadora caminata hacia la ladera del volcán que culmina a 4.000 metros de altura, de los 5.452 que tiene el volcán.

Entre pastizales y arena mezclada con ceniza volcánica, los peregrinos desenfundan la tuba, el clarinete y los tambores y entonan “Las Mañanitas”, en el día del santo de `Don Goyo’. Le traen también una abundante variedad de frutas como uvas, maíz, banano, sandía, y pollo, mole y tequila.

La música da inicio a la fiesta que fuera de la generosa ofrenda incluye cantos, rezos, cantos, cohetes y baile. En la tarde, los peregrinos inician su recorrido de vuelta a los municipios donde habitan luego de dejar en las faldas del Popocatépetl la comida, el tequila y los utensilios. Así, como dijo uno de los peregrinos, lograrán que el volcán “permanezca contento y en paz”.