¡Mezquindades históricas!

¡Mezquindades históricas!

         Una de las peores características del pueblo dominicano es cómo desdeña reconocer la heroicidad de muchos seres extraordinarios que en algún país menos mezquino serían justamente exaltados.

         Quizás el caso más patente es Duarte, a quien una deformación terrible en la apreciación de los valores ha reducido a ser estimado por muchos profanos como un “filorio” incapaz que se quedó exilado, ignorando su merecida condición de Padre de la Patria y valiente organizador de la separación de Haití, quien comprometió no sólo sus acciones sino el patrimonio de toda su familia.

         Pero sólo con Duarte no habría habido patria. Santana es odiado por muchos que rehúsan aceptar que sin su espada y timbales difícilmente habríamos los dominicanos podido triunfar en la guerra de separación. Su anexión a España es vista como una traición, como si la inmensa mayoría de los dominicanos –incluidos relevantes febreristas- no hubiera estado a su lado, felices de la protección de España que libraba al país del azar incesante que representaban los negros del Oeste de la isla.

         Así como se le niegan a Santana sus indudables méritos, mayores por mucho que sus fallas o errores, se ha maltratado igualmente a otros precursores de la dominicanidad que protagonizaron heroicos momentos durante la primera república.

         Uno de ellos es Buenaventura Báez. Por ejemplo, leí con azoro el domingo pasado un interesante recuento escrito por el vicealmirante Homero Luis Lajara Solá, a mi juicio uno de los más brillantes oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, titulado “La Armada y la Independencia”, en que se resalta el aporte de la Marina dominicana durante la guerra de separación de Haití.

         En ese análisis, a página completa en otro diario, se destacan las acciones bélicas en las que, por única vez durante los largos años de guerra contra Haití, los dominicanos llevamos la batalla a territorio haitiano, con bombardeos realizados por navíos dominicanos contra poblaciones costeras. Fagalde, el francés que hizo causa con los dominicanos, con sus incursiones por el Sur, y Cambiaso y Acosta por el Norte, diezmaron al enemigo mostrando cómo desde el mar se complementaba a los soldados independentistas.

         Todo ello, gracias a la iniciativa y las órdenes expresas de Báez, cuyo nombre no aparece ni una sola vez en el recuento, como si en el momento en que ocurrieron estas hazañas, 1949 y 1950, no era él –que sí- Presidente Constitucional.

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