Mi amigo Oscar Torres

Mi amigo Oscar Torres

En ocasiones sonrío con una mezcla de tristeza y rabia por la falta de intención de los gobiernos en buscar soluciones inteligentes, viables, económicamente alcanzables.
Recuerdo que cuando Trujillo quería comprar la planta eléctrica de El Timbeque, inició una campaña por radio, único medio de comunicación eficiente entonces, la cual iba acompañada de un merengue que sonaba y sonaba y sonaba, cuyo estribillo decía: lo que no sirve se bota, que lo boten de una vez.
Como cito de memoria puedo haber seleccionado erradamente el recuerdo y el merenguito en cuestión quizá sonaba cuando el tirano quiso comprar la Compañía de Teléfonos. De todos modos, el acondicionamiento de la opinión pública se realizó con esa musiquita y su reveladora letra.
Finalmente, como con la Cervecería Nacional Dominicana, el tirano se salió con la suya y compró la Compañía Eléctrica de Santo Domingo, la cual, para la época, era muy eficiente.
Los problemas están ahí y deben ser resueltos, para algo pagamos impuestos, para que el gobierno trabaje en facilitar la vida de los gobernados, aunque muchos gobernantes olvidan sus obligaciones y actúan para su beneficio y el de sus asociados.
Si para muestra basta un botón les ofrezco dos. Tan pronto como la división del Partido Revolucionario Dominicano facilitó el regreso al poder del doctor Joaquín Balaguer, en 1986, los apagones eléctricos se multiplicaron.
Primer botón: el Ciudadano del Mundo, me facilitó un pequeño panel solar para captar la energía solar, la cual acumulada en una batería me permitía dormir con un pequeño abanico de los que usaban los choferes en el panel de sus vehículos. Año 1986.
Aumentaban los apagones: al gobierno se le ocurrió proponer un impuesto a la importación de los paneles solares. Con esa ignorancia, con esa falta de sentido común, se actúa con demasiada frecuencia.
Para la ocasión, hablé con mi amigo el diputado Juan Rafael (Papi) Estrella Rojas, quien presidía la comisión que estudiaba el asunto, le expliqué, entendió y no se gravó la importación de los paneles solares.
Como los apagones continuaron todas las noches en la zona de mi casa, mi nieto mayor, Iván Emilio, fue acunado con el mismo pequeño panel durante sus dos primeros años.
Segundo botón: el Ciudadano propuso a la Corporación de Electricidad que financiara los bombillos de todos los usuarios, los cargara a la factura y los rebajara mensualmente, para hacer la operación poco gravosa. De ese modo, disminuido el consumo los bombillos se pagaban solos y la producción de energía sería más eficiente. Como recordará, la CDE nunca se acogió a ese plan inteligente, viable y económicamente beneficioso.

¡Ah!, el Ciudadano del Mundo es mi amigo Oscar José Torres Debrot, visionario y emprendedor.

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