En el año 2001 el mundo cambio radicalmente tras los atentados terroristas contra la ciudad de Nueva York.
En materia profesional, también cambió de manera radical para el lanzador dominicano Miguel Batista.
Para aquel entonces, Batista pertenecía a los Diamondbacks de Arizona, equipo que poco más de un mes después de aquel fatídico 11 de septiembre enfrentó a los Yanquis de Nueva York.
El dominicano recuerda perfectamente el ambiente que vivió junto a Randy Johnson y Curt Schilling, los estelares lanzadores abridores de la rotación del conjunto desértico.
“Para mí fue algo interesante, además del momento en que fue, fue una temporada donde el mundo entero vivió mucha tensión por los ataques terroristas del 11 de septiembre y eso le dio un sabor más emocionante”, recordó.
“Ver todo un pueblo como Nueva York, unido por una sola cosa, solo se hablaba de los Yanquis, de la Serie Mundial. Fue algo más emocionante, para mí desde mi punto de vista”, agregó.
Batista lanzó en ese dramático séptimo partido de la Serie Mundial en el que se combinó con Schilling y Johnson para darle a los Diamondbacks la primera corona en la historia de la franquicia.
“En términos de carrera, la Serie Mundial fue un trampolín. Cuando uno participa en una Serie Mundial, todo lo mira, la gente cree en ti si te va bien”, comentó.

De manera individual, Batista entiende que la oportunidad que recibió de demostrar su calidad, además de los resultados que tuvo en una campaña en la que hizo 18 aperturas, pero además otras 30 apariciones en el rol de relevo, cambiaron su ruta en la Gran Carpa.
“Mi carrera cambió de ahí en adelante, porque recibí la primera oportunidad completa. En Montreal la tuve, pero ahí nadie veía a uno y de ahí en adelante las cosas comenzaron a verse mejor para mí”, comentó.
Y su paso por la Serie Mundial fue vital para que eso sucediese.