Mi hermano Peng Sien. La rebeldía revolucionaria, 2

Mi hermano Peng Sien. La rebeldía revolucionaria, 2

Yo también nací en el 53
Ana Belén

Yo también nací en el 53
y jamás le tuve miedo a vivir
me subí de un salto en el primer tren
¡hay que ver! en todo he sido aprendiz…
No me pesa lo vivido,
me mata la estupidez
de enterrar un fin de siglo
distinto del que soñé.
Yo también nací en el 53
yo también crecí con el Yesterday
como tú, sintiendo la sangre arder
me abrasé sabiendo que iba a perder…
Siempre encuentras algún listo
que sabe lo que hay que hacer
que aprendió todo en los libros
que nunca saltó sin red….
Peng Sien Rafael Sang Ben nació en 1954, un año y 8 meses antes que yo. Durante nuestra infancia, los nueve hijos de Miguel y Ana fueron fieles y activos miembros del movimiento Scout. Peng Sien fue activo, incluso junto a Ping Jan fue a varios eventos fuera del país.
Como la mayoría de los jóvenes de la generación de los 60 y 70, Peng Sien abrazó la utopía revolucionaria de la transformación y la construcción de una sociedad socialista. Desde muy joven abrazó las ideas revolucionarias.
Era la época en que la utopía revolucionaria se materializaba con la lucha armada. Los jóvenes de América Latina se inspiraron con la Revolución Cubana. El Che Guevara se convirtió en un símbolo de redención y revolución en América Latina.
Anteriormente el sacerdote Camilo Torres Restrepo, nacido en 1929 en San Vicente, Satander, en Colombia comenzó a defender la necesidad de que la Iglesia católica iniciara un cambio de rumbo, al abogar por el diálogo entre el marxismo y el cristianismo, siendo uno de los antecesores de la llamada Teología de la Liberación que se desarrolló en los años 60. El sacerdote Camilo Torres, además de ser un brillante profesor de sociología en la Universidad Nacional de Colombia, fue miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Formó además el Frente Unido del Pueblo, movimiento opositor a la coalición de los partidos Liberal y Conservador. Buscaba unificar a toda la oposición de la época. Inconforme con los medios legales de lucha política, renunció a su trabajo en la universidad y colgó los hábitos. Se enroló en la guerrilla. Murió el 15 de febrero de 1966 en su primer enfrentamiento con el Ejército colombiano. Con su muerte se convirtió en mártir no solo del ELN, sino de los jóvenes de América Latina.
Así pues el mito de este cura revolucionario llegó hasta el corazón de muchos jóvenes dominicanos. Un grupo creó la organización “Comités Revolucionarios Camilo Torres (CORECATO)”. Peng Sien, atraído por sus ideales, se acercó a este grupo, inició su militancia y con el tiempo llegó a convertirse en uno de sus dirigentes. Empezó a leer las lecturas prohibidas de la época: Marta Harnecker, Vania Bambirra, Teotonio Dos Santos, Engels, Lennin… Peng Sien no contaba ni siquiera 18 años cuando inició su militancia política.
Significa que Peng Sien abrazó las ideas socialistas y marxistas durante los 12 años de Joaquín Balaguer, el líder conservador por excelencia, que se empleó a fondo durante los ocho primeros años de su mandato en combatir las ideas marxistas y a los grupos de izquierda.
Miguel Sang, nuestro padre, vino por primera vez al país en el año 1937, huyendo de la miseria que producía la larga guerra entre China y Japón. Se estableció por accidente aquí, pues su intención era llegar a Cuba, pero gracias al Tío Tomás cambió de rumbo y llegó a la ciudad de Santiago. Diez años después en 1947 se casó con una hermosa joven chino dominicana, llamada Ana Ben, y casi de inmediato partieron a China. En 1948 nació nuestro hermano Peng Kian Miguel. Pronto comenzaron los enfrentamientos entre Mao Zedong y Chiang Kai Shek, que devastaron China. Papá y mamá y su recién nacido tomaron de nuevo un barco para iniciar de nuevo el camino del regreso. Esta experiencia, sumada a las penurias que pasaban sus familiares (sus hermanos, su madre y sus primos) convirtió a papá en un anticomunista radical y visceral.
Peng Sien era brillante. Cuando terminó la primaria en la escuela Salvador Cucurrullo obtuvo la medalla al mérito por haber alcanzado el promedio más alto de toda la escuela. De ahí pasó a hacer la secundaria al Colegio de la Salle, donde comenzó sus primeros pininos de organización clandestina. Allí encontró a dos aliados inseparables: Narcizo Ramírez y Miguel Ceara Hatton.
Pronto comenzaron los enfrentamientos con nuestro padre. Don Miguel como era conocido en Santiago. Papá era un hombre que se abría camino como empresario, comerciante. Además era Rotario, y participaba en todas las organizaciones sociales de la época. Fue un chino que logró ser reconocido en la sociedad santiaguera que en los años 70 era cerrada y elitista. Tener un hijo comunista era algo impensable e intolerable. Papá conocía muy bien al Jefe de la Policía de la época quien le informaba sobre las andanzas de Peng Sien.
Los conflictos en la casa no se hacían esperar. Tan grandes fueron, que a principios de los años 70, específicamente en 1971, le dijo que se fuera de la casa. Peng Sien estoico y vertical como era, no dijo nada y se fue a su habitación. Para no tomar una maleta de papá, buscó una caja de cervezas para echar su ropa. Gracias al Padre Darío Taveras que lo recogió en su casa. Dos o tres meses después, ya no recuerdo, papá fue a buscarlo. Se le arrodilló y le pidió que volviera que era su hijo. Peng Sien exigió que se le respetara su decisión. Se abrazaron llorando y volvieron juntos a nuestro hogar. La imagen de Peng Sien saliendo con su cajita y mamá llorando, mientras el resto presenciábamos el dramático momento no se me borra de mi mente y mi corazón. Tampoco olvido su regreso. Su cajita al hombro. El abrazo de mamá en medio del llanto.
La militancia política lo hizo un ser callado, aunque le encantaba molestar a las hermanas pasando de manera insistente su mano completa por el rostro. O, pasando como una flauta su dedo índice por debajo de la nariz. Los gritos eran la respuesta. Hoy recuerdo esos episodios con ternura. Era su forma de estar presente en nuestras vidas.
Yo era su aliada. Lo ayudaba en lo que podía. Ocultaba sus panfletos, mentía para cubrirlo. En esa época conoció al amor de su vida: Mildred Dolores Mata. Él tenía 18 años y ella 17. Era una linda joven que venía de Laguna Salada, que no conocía el mundo, y como ella dice, “ni siquiera había visto un chino en su vida”. Yo fui la primera que la conocí. Peng Sien me llevó a la casa de su novia en Las Colinas de Santiago. No olvido, como es mi espontaneidad, que le pregunté: ”¿Pero ya ustedes tienen amores? ¿Si o no?”. Ellos se miraron y no supieron qué responder. Días después ya sabíamos que eran novios. Se agotó el espacio.

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