A los niños, y más especialmente a los adolescentes, les agobia mucho el aburrimiento. Y resulta que en muchos casos, los tutores son muy responsables de ese aburrimiento o desinterés. Con frecuencia los padres buscan en las actividades extracurriculares la manera de ocupar el tiempo del niño. Y se les va la mano. Los inscriben en clases de inglés, computadora, ballet, deportes o la sala de tarea diseñando una agenda que para un niño es difícil de soportar.
Esta es una de las causas por la que los niños se cansan de su rutina, explica la psicóloga Nancy Reinoso, quien argumenta que esto hace que el chico vaya de un lugar a otro agobiado de estrés sin encontrar un sentido en lo que realiza. Y es que para mantener ese buen ánimo hacen falta actividades de interacción social, pero también aquellas que promuevan el estar solos, la reflexión, contemplación, la lectura el entrar en su interior y conocerse. Conocerse a sí mismo promueve el encuentro con los demás y la riqueza de la persona reflejada en el otro ser humano, señala Reinoso.
Lo mismo de siempre. Existen muchas otras situaciones que pueden aburrir al niño. Ellos sienten aburrimiento por las lecciones repetitivas y memorísticas de la escuela, por la falta de originalidad del maestro para implementar estrategias pedagógicas que estimulen la creatividad, el desarrollo de las capacidades y la curiosidad. Si se sienten solos y no han aprendido a utilizar el tiempo libre de modo creativo y para conocerse y conocer su entorno. Cuando se quedan en la vacuidad por no llenar sus espacios con alguno de los múltiples estímulos con que son bombardeados en la actualidad (televisión, móviles, celulares, Internet, redes sociales, etc). El tedio de las rutinas diarias, la falta de un entorno familiar enriquecedor donde se les escuche, se les valore y estimule positivamente, entre otras, son algunos de los tipos de aburrimiento que pueden experimentar, dice la especialista.
Mucho ojo. La experta recomienda prestar atención a esto pues el aburrimiento podría ser provocado por un vacío importante en la forma en que está enfocada su educación o socialización.
Proteja lo necesario. En muchas ocasiones los niños se aburren porque sus padres les impiden socializar fuera del hogar. La psicóloga señala que esta sobreprotección dificulta el desarrollo de capacidades para para funcionar de modo adaptativo en sociedad. El niño necesita interactuar con otros niños de su entorno, además de sus hermanos, para poder desarrollar su autonomía y una autoestima equilibrada, aprender a conquistar amistades, negociar, manejar conflictos, y preservarse de peligros.
A los escolares de 6 a 12 años, paulatinamente se les permite jugar en grupos, visitar amigos, montar bicicleta… en espacios diseñados para tales fines como parques y patios (previo conocimiento de lugar, amigos que visitará, adultos y otros chicos mayores que su hijo que viven o frecuentan el espacio visitado). Se ponen límites en el horario, visitas, etc. A los adolescentes se les cede libertad en la medida que demuestran ser responsables con los horarios, llamadas si se retrasa, nivel de madurez y manejo responsable de la autonomía, dice.
El especialista
Nancy Reinoso
Terapeuta Sexual, de Pareja y Familiar.
Grandes riesgos
Esta es una actitud alienante y deshumanizadora que privilegia el tener al ser, el aparentar y, sobre todo, el vacío emocional, promoviendo un alto sentido de merecimiento. Dentro de las prácticas incorrectas en que pueden incurrir los jóvenes y niños en esta situación se incluyen adicción al alcohol, drogas, juegos electrónicos; huida a espacios artificiales que incluye más horas de navegación en Internet, sexo, compras compulsivas, pandillerismo.