Mi madre, las madres y el aire…

Mi madre, las madres y el aire…

Primeramente debo pedir mil perdones a los directores de este diario, a mis amables lectores y a todas las madres. Este “conversatorio” se publicó hace más de diez años, mi madre que ya está en el orbe donde moraran los justos aun vivía. Sin embargo por un impulso irrefrenable (casi místico) me motivé volver a compartirlo y con sus benevolencias permítanme esa bula en este día tan especial. En una definición simple, madre: es toda mujer que ha tenido hijos, pero no podría jamás ser tan simple el concepto de la que hoy celebra su día; los que hemos tenido la gran dicha de tener una “madre” en toda la extensión de esta complejidad de cinco letras, sabemos que ser madre significa: mujer, abnegación, desvelos, raíz y entrega; la nuestra es además, desprendida, bondadosa, tierna y cariñosa. Celebrarla en su día es una gran dicha pues tenemos el inmenso gozo de disfrutarla en vida, y con reverencia le podemos decir con un tierno beso, “te queremos madre amada”. Y con este “conversatorio” un homenaje a ese ángel, y con él, a todas las madres de este querido terruño.

Desde la humilde mujer campesina, prolífica, para las cuales la vida es tan dura y su felicidad se compone de adoloridos brazos para el arduo trabajo de la tierra, las obreras, las chiriperas, o aquellas que han tenido que optar por oficios, que aunque muy antiguos, no son aceptados socialmente, todo para mantener a sus hijos. Aristóteles en su ancianidad, cargado de ciencia y de saber, reconoció que las verdades universales están encerradas en los mitos. Es en nuestras propias conciencias, que debemos despejar los mitos de esas “desigualdades”, entre el hombre y la mujer, para desmitificar ese “mal trato” y hoy en su día y siempre debemos considerarlas, venerarlas y respetarlas perennemente.

Ya sea la encopetada señora, la cariñosa abuela, la humilde jovencita que ya es madre, la profesional, la empresaria, la maestra, la técnica, la artista, la ejecutiva, esa mujer dominicana ha demostrado que es capaz de criar con entereza a sus hijos aun sin la ayuda de ese padre irresponsable e indolente que se marchó lleno de ira. A esas que por igual se entregan tan solo por amor, y son madres solteras, va nuestro homenaje hoy. Pero también por parejo, a esas espartanas que por sobre viento y marea defienden sus nidos y se mantienen como compañeras y madres ejemplares, porque ellas muy bien saben que la salud emocional de los herederos, tiene estrecha relación con la armonía que como ejemplo sirve de guijo principal, para su futura salud mental (se trata de “salud”). Y es que no habrá mejor salud para criatura alguna, que los mimos de su madre, sus cuidados, para poder criarse sano y con un mínimo de seguridad básica, en un ambiente familiar razonablemente estable, para que con buenos ejemplos y autoestima afianzada pueda ser una persona de bien, pues esos mimos y cariños maternos se reflejarán en una conducta social aceptable en el mañana, y solo así podrá ser criatura triunfadora.

La fecha nos induce a “poetizar”, y queremos decirles tantas cosas a las madres en su día, de un hijo agradecido de sus besos, que quisiera hacer una declamatoria alabanza de sus virtudes, como parte de este homenaje me perdonarán ustedes por usar una larga cita, es un poema de Alberto Cortez: “Más bella, muy bella, soy hoy, es mañana, es ayer, es roca y es mirlo, es estrella, es irse, quedarse, volver, es hierba y es rama, da sombras, es agua que calma la sed, lejana, es mía, me nombra, me espera, me sale,… me ve, estalla, se esconde, se aleja, de ser o no ser ella es, y es tanto que siempre regresa.

Tiene las manos manchadas// que caben todas las cosas// y son sus ojos, ventanas// ventanas llenas de rosas// tiene la edad de lo eterno// desde lo eterno hasta ahora, haciendo trampas al viento// cambia los días por horas// esa mujer, invicta en toda batalla//esta mujer, camino puente y muralla// esa mujer suele llamarse ternura// quietud y donaire, silencio y bravura,// las alas del aire, mi madre y el aire”… Nosotros sus hijos y nietos que la veneramos, a ese pedacito de cielo, a la nuestra, la llamábamos cariñosamente “Nona”. Reitero los perdones pedidos, pero no podía dejar pasar la fecha de hoy, como merecido homenaje a esas mujeres que apacentan, dignifican, relumbran y son ellas el epitomar de la vida misma. ¡Felicidades!

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