Mi madre, las madres y el aire

Mi madre, las madres y el aire

JOSÉ A. SILIÉ RUIZ
En una definición simple, madre es toda mujer que ha tenido hijos, pero no podría jamás ser tan simple el concepto de la que hoy celebra su día; los que hemos tenido la gran dicha de tener una «madre» en toda la extensión de esta complejidad de cinco letras, sabemos que ser madre significa: mujer, abnegación, desvelos, raíz y entrega.

La nuestra es además desprendida, bondadosa, tierna y cariñosa. Celebrarla en su día es una gran dicha, pues tenemos el inmenso gozo de disfrutarla en vida, y con reverencia le podemos decir con un tierno beso, «te queremos madre amada». Y con este «conversatorio» un homenaje a ese ángel, y con él, a todas las madres de este querido terruño.

Desde la humilde mujer campesina, prolífica, para quien la vida es tan dura y su felicidad se compone de adoloridos brazos para el arduo trabajo de la tierra, las obreras, las chiriperas, o aquellas que han tenido que optar por oficios, que aunque muy antiguos, no tan aceptados socialmente, todo para mantener sus hijos. Aristóteles en su ancianidad, cargado de ciencia y de saber, reconoció que las verdades universales están encerradas en los mitos y expresó al final de su vida que: «A medida que me voy haciendo viejo, creo más en el mito». Expresión de un mito, es la fábula de Narciso, que al verse tanto en las aguas, se arrojó a ellas provocando su propia destrucción. Es en nuestras propias conciencias que debemos buscar esas «desigualdades», entre el hombre y la mujer, para desmitificar ese «buen trato» y hoy más en su día, venerarlas y respetarlas para siempre.

Porque sea la encopetada señora, la cariñosa abuela, la humilde jovencita que ya es madre, la profesional, la empresaria, la maestra, la técnica, la artista, la ejecutiva, esa mujer dominicana ha demostrado que es capaz de criar con entereza a sus hijos aún sin el padre irresponsable e indolente que se marchó lleno de ira. A esas que por igual se entregan tan sólo por amor, y son madres solteras, va nuestro homenaje hoy. Pero también por parejo, a esas espartanas que por sobre viento y marea defienden sus nidos y se mantienen como compañeras y madres ejemplares, porque ellas muy bien saben que la salud emocional de los herederos, tiene estrecha relación con la armonía que como ejemplo sirve de guijo principal, para su futura salud mental (se trata de «salud»).

Porque no habrá mejor salud para criatura alguna, que los mimos de su madre, sus cuidados, para poder criarse sano y con un mínimo de seguridad básica, en un ambiente familiar razonablemente estable, para que con independencia y autoestima pueda ser una persona de bien, pues esos mimos y cariños maternos, se reflejarán en una conducta social aceptable en el mañana, y sólo así podrá ser triunfadora.

La fecha nos induce a «poetizar», y queremos decirle tantas cosas a la madre en su día, de un hijo agradecido de sus besos, que quisiera hacer una declamatoria alabanza de sus virtudes, como parte de este homenaje me perdonarán ustedes usar una larga cita, es un poema de Alberto Cortéz: «Más bella, muy bella, soy hoy, es mañana, es ayer, es roca y es mirlo, es estrella, es irse, quedarse, volver, es hierba y es rama, da sombras, es agua que calma la sed, lejana, es mía, me nombra, me espera, me sale ,… me ve, estalla, se esconde, se aleja, de ser o no ser ella es, y es tanto que siempre regresa y el antes se vuelve después. Me conoció, cuando tuvo sospechas de que vendría y ella sabía que llegaría, ah ah sí sabía, y luego… corrieron los años y me fui yo un día y ella sabía que volvería. Ah ah sí sabía, mi madre, es bella, más bella, muy bella, es hoy, es mañana es ayer es siempre y es fugaz, es mujer.

Tiene las manos manchadas// que caben todas las cosas// y son sus ojos, ventanas// ventanas llenas de rosas// tiene la edad de lo eterno// desde lo eterno hasta ahora, haciendo trampas al viento// cambia los días por horas// esa mujer, invicta en toda batalla//esta mujer, camino puente y muralla// esa mujer suele llamarse ternura// quietud y donaire, silencio y bravura,// las alas del aire, mi madre y el aire»… Nosotros sus hijos y nietos que la veneramos, a ese pedacito de cielo, a la nuestra, la llamamos cariñosamente «Nona».

Como hoy es un día tan espacial y no todos tienen la dicha de tenerla en vida, bendición que agradecemos al Altísimo para que pueda recibir alabanzas y el tibio beso de agradecimiento por todo lo que nos ha dado. Hoy en cambio, otros encienden cirios con tristezas y recuerdos, en lo particular recuerdo a mi segunda madre, Rosa Cruz Gómez (EPD), reciban todas un brindis en su memoria. Los que tienen más de «15 años», recordarán el famoso «Brindis del bohemio», de la autoría de Guillermo Aqirres e interpretada con mucho sentimientos por el Indio Duarte.

Como recuerdo de mis años mozos, cuando en mis primeras bohemias juveniles me «atrevía» a recitar, a esa madre ausente va también nuestro homenaje, en su estrofa final dice así: …Sólo faltaba un brindis, el de Arturo, el del bohemio puro, de noble corazón y gran cabeza, de aquel que sin ambages declaraba que sólo ambicionaba robarle inspiración a la tristeza y por todos estrechados, alzó su copa, frente a esa alegre tropa desbordante de risas y contentos, los envolvió con luz de una mirada, sacudió su melena alborotada, y dijo así con inspirado acento: » Brindo por la mujer, más no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza, rescoldo del placer desventurado, no por esa que brinda sus hechizos cuando besáis sus rizos artificiosamente perfumados, yo no brindo por ellas compañero, yo no brindo por ellas compañeros, siento por esta vez no complacerlos…. Brindo por la mujer, por la que me brindó su cariño, por la que me envolvió en sus besos, por la mujer que me meció en la cuna, por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño verdadero, por la mujer que me arrulló en sus brazos,.. por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio la vida llena de ternura y de cariño, por la que fue luz del alma mía, y lloró de alegría sintiendo mi cabeza en su corpiño, por ella, por ella brindo yo, dejad que llore, en lágrimas de flores, esta pena letal que me asesina, dejad, dejad que brinde por mi madre ausente, por la que sufre y siente que mi ausencia es un fuego que calcina, por la anciana infeliz que sufre y llora y que en el cielo implora que vuelva a estar muy pronto yo con ella. Por mi madre, por mi madre bohemios, que es dulzura vertida en la amargura de mis noches negras, ella es mi estrella, por mi madre bohemios, por mi madre». El bohemio calló, ningún acento profanó el sentimiento nacido del dolor y la ternura y pareció que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente un poema de amor y de amargura. Reitero los perdones por las largas citas que con ustedes he compartido, pero es que en este día tan especial, no podíamos jamás en solitario compendiarlo, lo que «madre» es: manduca, apacentar, dignidad, relumbrón y el epitomar de la vida misma.

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