El Domingo 28 de Julio, se recordó el Día del Padre.
Como cualquier día, la dinámica social y la impronta familiar y, porque no, el ámbito comercial, se revisten de añoranzas de aquellos días pasados, donde primaba la reverencia y la solemnidad del Día de los Padres.
Con el transcurrir del tiempo, la dinámica, impronta y ámbitos, han cambiado mucho, al extremo de desarrollar una cultura ¨LIHGT¨, llena de modernismos, que han cambiado la concepción original de este Día.
Con mucha anticipación, aparecen los ¨aprestos¨ para la celebración y ¨lanzamiento¨ en las redes sociales. Los actores, obviamente, son los Padres, pero los escenarios son variopintos. Inclusive, muchas veces ese ¨Papᨠaparece en infinidad de fotos donde, por el azahar de la vida, se descubre que tiene ¨tienda aparte¨.
El comercio, invierte enormes recursos, de todo tipo, para cebarse de este día y lograr así, sus metas de ventas para ese año. Ni hablar de los ¨especiales¨ que ofrecen las cabañas ¨turísticas¨ del perímetro urbano.
En el entorno familiar, se da mas importancia a los ¨invitados¨ y ¨aparecidos de turno¨ que van al agasajo paternal, organizado por la familia, del que solo se acuerdan de EL, una vez al año.
En fin, aquella solemnidad de antaño ha quedado en los anales de la historia de la Humanidad, como dulces recuerdos del cariño y respeto, que se le tenia a ese Ser extraordinario, que velaba por el decoro familiar basado el la honestidad, la rectitud y moralidad; responsabilidad intransferible, pero compartida con las madres.