Mi novela polémica

Mi novela polémica

Muchas personas consideran que exagero cuando afirmo que Las desventuras amorosas de un solterón, una de mis novelas, llevó a mi esposa a pensar en divorcio.

Yvelisse consideró que el título resultaba inadecuado para el contenido, y que le ajustaba mejor el de Memorias de un sinvergüenza.

La  obra ha concitado diversas opiniones, como la de un amigo, casado con una dama de mentalidad puritana.

– Compré tu libro sobre el solterón- me dijo una noche que coincidimos en una panadería- y tenía miedo de que mi mujer lo leyera; por eso lo escondí, pero lo encontró  y le gustó muchísimo. Y ahora nunca habla de brassiere, sino de porta pechuga, como aparece en tu novela.

Una señora me abordó en una estación de gasolina, hablándome de carro a carro, como se dice a nivel popular.

– Mi marido ha celebrado mucho eso de que no es digno de confianza el hombre dominicano que no come arroz  con habichuelas, no tira una palabrota cuando está rabioso, ni es mujeriego. Y no me venga con el cuento de que quien lo dice no es usted, sino el personaje que creó.

Esbocé una sonrisa forzada, y fingí que seguía atentamente el marcador de la bomba desde la cual llenaban el tanque de mi vehículo.

Un ex condiscípulo del bachillerato, conocido por su aversión a los cundangos, me llamó por teléfono para decirme que al igual que el “jamón” de la obra, había vivido momentos desagradables con amigos a quienes los tragos les despertaron el pájaro chowí que llevan dentro.

Manifestó que se había apartado de las bebidas alcohólicas, temeroso de que un día se posara sobre él aquel pajarito volandero del cual habla la popular canción.

Un viejo amigo, con quien hice esquina en años de adolescencia a una hermosa joven, me dijo que la había reconocido como uno de los personajes de la obra.

– Gocé un mundo cuando leí que aquella muchacha, a quien considerabas angelical y pura, era vulgar y materialista, capaz de narrarte con lujo de detalles las incidencias de una diarrea incontrolable.

Un  invitado de mi programa televisivo, me dijo que después de leer la novela su mujer  se había tornado más cariñosa y pegajosa, sobre todo en horario nocturno.

– A la próxima obra métele más vagabundería- exclamó, y lamenté que Ivelisse no estuviera presente, porque todavía hoy despotrica contra el solterón.

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