Mi periplo por Argelia al final de la guerra

Mi periplo por Argelia  al final de la guerra

El compañero Sinodine no sabía conducir ni tenía vehículo propio; sin embargo, su primo Ameth tenía un Renault de los denominados cuatro caballos con motor en la parte trasera. Quería conocer el Sahara y convencí al primo de que desearía ir a Touggourt, la capital del Sahara Argelino, distante unos 600 kms. aproximadamente, para lo cual estaba dispuesto a correr con todos los gastos de combustible, manutención y alojamiento en aquella ciudad.
Salimos muy temprano hacia nuestro destino y la primera parada la hicimos en El Kantara, un oasis desde donde empieza a cambiar la vegetación por arena. Al llegar a Touggourt, había una alcabala de la Legión Extranjera en donde nos pidieron los documentos. Al extender mi pasaporte, me hicieron desmontar del vehículo y me conminaron a acompañarlos al cuartel, en donde fui interrogado y se peguntaron: ¿Qué hace un dominicano aquí en el Sahara? En ese momento caí en cuenta mi osadía y hasta me lo pregunté yo mismo. Pero al no tener un perfil sospechoso, me dejaron marchar.
Ya en la ciudad, nos hospedamos en un modesto hotelito sin mayores pretensiones. No bien me aprestaba a desvestirme, llegó un señor embozado y con pistola en mano preguntó: ¿Quién es el extranjero? Al responder Yo, me requirió de manera autoritaria: ¡Acompáñeme! En el Sahara, de día hace un calor insoportable, pero de noche hace frío que cala los huesos e iba en mangas de camisa tiritando. Atravesamos la Casbah, un barrio de tarantines de mala muerte, hasta que llegamos a una casucha en donde me ordenó penetrar. Allí, un militante del FLN me preguntó: ¿Qué les dijo Ud. a los de la Legión Extranjera? Al decirle que estaba de vacaciones quiso alterarse por la respuesta. Entonces recordé, que tenía un “laissez passer” (salvoconducto) del FLN expedido en Paris, con mi fotografía, en el cual se dimanaba mi condición de simpatizante de la libertad de Argelia. Todo cambió y amablemente me dijo, puede retornar a su hotel. Pero le solicité, que el mismo señor que me trajo, me llevara de nuevo, ya que había atravesado tantos pasadizos que me perdería en el camino.
A la mañana siguiente, después de esa estremecedora experiencia nocturna le dije: Ameth, ya vi bastante, así que nos largamos seguido para Argel y me vestí con la mejor ropa que llevé, ya que ese día era Nochebuena.
Creí que había pasado lo peor, pero a la entrada de Argel, había un retén de la policía francesa, los temidos CNRS, los cuales obligaban a todos los que iban a penetrar en la ciudad, acostarse en el suelo boca abajo con fines de registro. Teniendo puesta mi mejor remuda para la fiesta navideña, les pedí a los gendarmes hacer una excepción conmigo, ya que era extranjero y se lo demostraría mostrándoles mi pasaporte. No pensé que funcionaría, pero un joven oficial lo tomó en sus manos y me dijo: “Pase usted.”
Esa noche, los argelinos no celebraban las fiestas navideñas como en nuestro país, mas yo, después que cené donde el señor Ferhart Abbas, me retiré al hotel, donde tomé varios tragos haciéndome de cuenta que estaba rodeado de mi familia en Santo Domingo.
Los acontecimientos se estaban desarrollando de manera muy peligrosa, ya que el general Salan, comandante francés de la plaza, preconizaba: “Argelia francesa” y alentaba una violenta campaña por medio de la Organización del Ejército Secreto (OAS), compuesta mayormente por colonos franceses nacidos en Argelia denominados “Pieds-Noirs”, los cuales ejecutaban redadas y violentos atropellos, fusilando in situ a los detenidos, para consolidar la represión.
Salí presto para Marsella, ya que tiempo después se desató una oleada terrorista para impedir la celebración de un referéndum que había convocado el presidente de Francia, general Charles De Gaulle, en el cual abrumadoramente los argelinos votaron por su Independencia. Este plebiscito provocó que el 18 de marzo se firmaran los Acuerdos de Evian, que condujeron a que Argelia proclamara su independencia el 1ro. de julio e ingresara a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 8 de octubre de 1962.
Debí volver a Argelia, al ser designado por el Gobierno dominicano para que lo representase en ocasión de celebrarse los preparativos para la 1era. Conferencia Tricontinental que se iba a llevar a cabo en Argel y cuyo presidente lo sería el líder izquierdista marroquí Mahdi Ben Barka. Sin embargo, el 29 de octubre de 1965, frente al restaurante Lipp en el Boulevard St. Germain de Paris, éste fue secuestrado y posteriormente ejecutado por el general Mohamed Ufqir, ministro del Interior de Marruecos, en complicidad con los servicios secretos franceses. Así quedó trunco mi retorno al extrarradio del Sahara.

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