Mi primer bolígrafo de tinta negra

Mi primer bolígrafo de tinta negra

Se escribían los testamentos y donaciones de conformidad con las leyes  vigentes en otra época: en papel rayado y con tinta negra indeleble. Se solía llamarla tinta china.

Esa fue una práctica que cumplí al asumir, en febrero del 1956, el cargo de Juez de Paz en Samaná.

Son muchas de estas cosas que uno las va a asimilar cuando asume el cargo correspondiente. Fui un graduado en la Universidad de Santo Domingo el 28 de octubre del 1955,  año del Benefactor de la Patria y algo más… El secretario del Juzgado de paz se llama Federico Neuman Acosta.

En esos casos el secretario del tribunal es quien te guía. Así fue. Federico y Juana Lalanne, auxiliar del tribunal, me advirtieron algo: “No se sorprenda cuando le llegue un telegrama del Partido Dominicano, con el texto de su renuncia. La suya. Exactamente suya. Y usted deberá firmarlo, nada más. Hablamos más adelante”.

Me encapriché. Solicité una explicación y me reiteraron la frase mágica: No hablaremos más, y se retiraron, con todo respeto. Retomo el testamento. Yo sentía que era una tortura escribir textualmente cualquiera de esas piezas,  incluidas las donaciones, de puño y letra. En la prensa, que llegaba a Samaná después del mediodía, en un lanchón de madera que cruzaba la bahía desde Sabana de la Mar, en cumplimiento de su travesía, recibíamos “El Caribe”, para enterarnos de muchas cosas.

Las noticias radiales eran recibidas desde las seis de la mañana hasta las  8:00 a.m. por la emisora oficial. Luego, a partir del mediodía, hasta las dos de la tarde. Más adelante, desde las seis de la tarde por un par de horas más. El resto del día y de la noche, sin energía eléctrica. También podíamos escuchar emisoras    de Cuba, Colombia, Venezuela y  Puerto Rico. Existían otras en inglés. El que quería escuchar radio tenía que comprar una batería, como la de los carros. Hablo de tamaño y forma. Un día tropecé en la prensa con el anuncio de un bolígrafo “Parker” y pregunté en dos o tres establecimientos. Me respondieron que no sabían qué era eso.

Al concluir un período de dos años pedí al Procurador  General de la República, Francisco Elpidio Beras, mi traslado para Hato Mayor, y allí estuve dos años más. Sentí que era un medio más avanzado entonces que aquél que había dejado atrás. De todos modos aquí y allá disfruté los mejores años de mi vida. Y la solicitud de traslado se debió  a seguridad de la salud de mis hijos.

En su oportunidad concurrí a la farmacia Torres, propiedad de un puertorriqueño, muy  amable, asentado desde muy atrás en el país. Le pregunté que si tenía bolígrafo con tinta negra. Se sintió provocado, sonrió y preguntó de qué le estaba hablando. Le expliqué que era un instrumento para escribir, dotado de buena cantidad de tinta, y que yo necesito para escribir donaciones y testamentos. Volvió a sonreír, pero ahora con poco más de respeto.

A la vuelta de dos o más semanas, al pasar frente a su farmacia en la calle principal de Hato Mayor, me llamó y me dijo: “Ya sé lo que usted quiere. Vino por aquí un vendedor y le expliqué lo que usted necesitaba. Me contestó que su empresa esperaba un cargamento y que ahí vendrían esas piezas”.

Se cumplió: En menos de tres semanas obtuve mi primer bolígrafo de tinta negra, antes que el de tinta azul.

Pasaron unos cuantos años. Estábamos frente a una mesa en la ciudad de Quito, Ecuador, para asistir a un curso de Comunicación y Periodismo. Formábamos el coro una periodista me jicana, cuyo nombre no lo tengo a mano, y los abogados dominicanos y profesores de esas materias Ramón Lugo Lovatón y Rafael Richiez Acevedo. Solicité la cuenta, la revisé y pedí algo para firmar. Así se cumplió y coloqué instintivamente el bolígrafo en el bolsillo de mi chacabana. El mozo reclamó:

-Por favor, déme el “esfero”.

Le respondí con una pregunta:

-¿De qué usted me está hablando?

Intervino Richiez Acevedo, y me dijo:

-Que le devuelvas su bolígrafo.

Entregué de inmediato la pieza de escribir al reclamante.

El asunto me estimuló y produje para mí un paralelismo de léxico-génesis.

Esfero/ bolí

Gráfico/ grafo

El mismo resultado de una u otra forma ¡Qué rica es nuestra lengua! ¡Y cómo puede recibir aportaciones que la enriquezcan!

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