Sea de Puerto Rico o de República Dominicana, lo cierto es que el mofongo es un plato sencillo, elaborado a base de plátano, chicharrón y sazón con énfasis en el saludable ajo, que ha subyugado a muchos paladares y ha servido de fuente de sustento a gran cantidad de familias en este país.
Tal es el caso de los esposos Wilfredo Antonio Reyes y Victoria Lantigua, quienes hoy regentean el próspero negocio Mofongo mi Terraza, un establecimiento de 2300 metros cuadrados con una asistencia de aproximadamente 12 000 clientes al mes, que van desde lugares remotos, y por distintas vías, a saborear su exquisito mofongo, cuyo secreto, dicen ambos, es el amor con que lo preparan.
Ubicado en la carretera La Vega – Moca, justo a un kilómetro de la entrada de Moca, Mofongo mi Terraza es el resultado de la batalla de esta pareja por sobreponerse a la adversidad, cuando siete años atrás ambos quedaron sin empleo, con dos hijos pequeños que sacar adelante y compromisos económicos que cumplir.
“Primero pusimos un pequeño colmado. Pero las cosas no iban bien. Entonces le dije a Wilfredo que ya que él sabía hacer mofongo, que iniciáramos este negocio y tal vez nos iría mejor que con el colmado”, cuenta Victoria, una mujer de mucha fe y una madre coraje, que lo único que pensaba era en sacar a sus dos hijos adelante con dignidad.
Decididos, pusieron manos a la obra en el mismo pequeño local del colmado. “Pagamos 1050 pesos por 35 libras de capa (masa del cerdo utilizada para hacer chicharrón) que al reducir quedó en 15 libras y 475 pesos de plátano”, dicen, y al recordar las cifras iniciales sus caras se iluminan.
Se miran y sonríen. La prosperidad bien habida y bien compartida da felicidad sin remordimientos ni resacas morales, no hay dudas.
Y como lo bueno se promueve solo, la fama de este mofongo empezó a correr de boca en boca.
La demanda les llevó a ocupar parte de la vivienda de los padres de Wilfredo… Y cada vez recibían más clientes. Más ampliación… más clientes.
El mofongo de “Mi Terraza” podría denominarse “de autor”. Aunque su base son los ingredientes tradicionales: plátano, chicharrón y sazón, hay un secretito no visible que encanta y atrae como un imán a clientes desde puntos equidistantes del país, que llegan en vehículos propios, en autobuses de turoperadoras que ya ofertan el producto como un atractivo culinario, o en helicópteros que aterrizan con clientes más exclusivos.
Puerto Plata, Montecristi, Nagua, Samaná, Santo Domingo, Santiago, La Vega, Jarabacoa, Constanza y Barahona se suman a los lugares de donde proceden los clientes de Wilfredo y Victoria.
Tal movimiento de personas en este negocio no ha pasado desapercibido para sus compueblanos, quienes, de extracción humilde o intelectuales reconocidos, se muestran orgullosos del progreso de esta pareja, cuyo éxito se refleja en una activación de la economía de Moca, pues Mofongo mi Terraza beneficia indirectamente al turismo ecológico, a la agropecuaria y la agricultura, como si de una industria del mofongo se tratara.
Las cifras mensuales hablan por sí solas: 3 000 visitantes; 100 000 plátanos y 75 quintales de capa de cerdo, sin contar los demás insumos que emplean para su preparación, como camarones, masitas de cerdo, res, pollo, longaniza, yuca y sazones naturales.
El lugar es abierto y sencillo. Su limpieza garantiza una velada sin sobresaltos de espíritu.
No tiene área climatizada, pero el calor no agobia. Responde a los esquemas de una terraza típica de expendio de comida de ruta de caminos, con comida temática.
El cliente puede elegir entre mofongo clásico, mixto, queso, yuca, yuca mixto, yuca con queso, mofongo con longaniza; longaniza y chicharrón, longaniza y queso, longaniza, queso y chicharrón, o de camarones. Además ofrece servicios de carne frita, longaniza frita y croquetas de pollo.
A pesar del gran éxito que tiene su mofongo, Wilfredo y Victoria no han pensado en ampliar el menú ni poner sucursales fuera de Moca, por ahora. “Ya con este tenemos bastante” expresan, porque trabajan muchas horas al día y de no haber integrado a sus dos hijos también en el negocio, apenas lo pudieran ver.
“Nuestros dos hijos trabajan con nosotros cuando salen de estudiar. Lo primero son sus estudios y sus deberes escolares. Uno es adolescente y el otro estudia ingeniería de sistemas. Los fines de semana se integran a tiempo completo”, señalan.
Además de sus hijos, Mi Terraza es fuente de empleo para los hermanos y hermanas de Wilfredo y Victoria, convirtiéndose así en manantial de bienestar para la familia de ambos, lo que les llena de satisfacción y orgullo. Por eso, ante la pregunta de si son millonarios responden sin titubear: “En salud y felicidad, porque llevamos el pan a muchas casas”.
Reconocimiento. Bienvenido Flores Pichardo, director general del Participación Comunitaria del Ministerio de Educación, presente en el establecimiento el día que se realizó este reportaje, quiso reconocer públicamente el trabajo ejemplar de estos emprendedores, de quienes dijo que el hecho de que tengan un negocio como este, reflejo de unión y armonía familiar, constituye un buen ejemplo para todo el país, ya que con su trabajo demuestran que no todo está perdido en esta sociedad.
“Ellos dan un servicio óptimo, pero sobre todo ponen mucho amor a lo que hacen integrados como familia, de manera que es un negocio bendecido que se erige como ejemplo de esfuerzo y trabajo honrado”, concluyó.