En 1992, pocos días antes de la celebración de la Cumbre de Río, ponía a circular un libro titulado Medio ambiente, crisis del modelo de desarrollo y soberanía nacional. En él recordaba, como advertencia para América Latina que la Humanidad perdía una alternativa social, cada vez que se perdía fragmentos de la cultura latinoamericana. En esos años, temibles amenazas se perfilaban sobre Amazonas, sobre la reserva de agua Guaraní por las multinacionales del agro y el monocultivo y sobre las reservas mineras, forestales y de tierra por el desarrollo de Brasil, Perú y Ecuador. La conclusión de ese libro llamaba a un Nuevo Humanismo para América Latina y pedía a la Cumbre atender tres problemáticas urgentes para América Latina:
1º El peligro de la constitución, en los países desarrollados, de bancos genéticos (germoplasma) como en Fort Collins (Colorado, EE.UU) para la manipulación genética de las semillas vegetales (los transgénicos) (ex situ) acompañada con las políticas ambientales de los organismos internacionales entre ellas, el fomento de las reservas forestales y áreas protegidas (in situ) aprovechando así gratuitamente la biodiversidad de América Latina en particular su maíz, las papas, el frijol, etc y por esa razón, EE.UU. se negaba en firmar el acuerdo internacional sobre biodiversidad.
2º El respeto al derecho ancestral a la Tierra y la valoración de las culturas pre capitalistas, en particular las precolombinas: por su relación con la naturaleza, sus recursos y la propiedad de territorios sin conflictos, relaciones hoy amenazadas por las multinacionales mineras y forestales. En esos días, saludábamos las posiciones de la Conferencia del Episcopado dominicano que denunciaba la trampa y el mito de la eficiencia sin límites y el consumismo hedonista que lleva al despilfarro la fascinación e idolatría de la ciencia y la técnica que transforman las reservas naturales pero no son capaces de crearlas. Critica abierta al desarrollo tecnológico industrial sin límite.
3º La ausencia de alternativas de desarrollo para América Latina y la nueva problemática causada por el cambio climático.
Concluíamos llamando a un nuevo Humanismo es decir a un modelo de desarrollo donde el Ser Humano debía ser el eje central donde se combinara el rojo con el verde. Hoy frente a Río + 20, estamos en lo mismo, incluyendo para esos pueblos que, con sus gobiernos rojos corren el riesgo de que los llamen de izquierda marrón por su concepción del desarrollo poco verde.