El próximo 20 de julio arranca la novena edición del Mundial de Fútbol Femenino, que en esta ocasión se jugará en Australia y Nueva Zelanda con la participación por primera vez de 32 selecciones. Y la llegada de la copa femenina nos trae a la mente a la primera jugadora que brilló con luz propia en el fútbol mundial, Mia Hamm.
Mariel Margaret Hamm (Selma, Alabama, 17-3-1972), a ella se debe el gran desarrollo del fútbol femenino en Estados Unidos. Con su juego y su carisma, Mia despertó el interés por el fútbol en las niñas estadounidenses.
Debutó con 15 años en la selección de Estados Unidos, y al finalizar su carrera, había participado en 276 encuentros con 158 goles anotados, y numerosos títulos y premios. Mia Hamm, con 19 años, llevó a Estados Unidos a ganar el primer mundial femenino jugado en China en 1991.
Ganó de nuevo en 1999 en su país. También fue medallista de oro de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y Atenas 2004, y de plata en Sydney 2000. Fue reconocida dos veces como Mejor Jugadora por la FIFA, en 2001 y 2002. De ella dijo Pelé que “cuando Mia tiene el balón en los pies, tienes la sensación de que algo grande va a ocurrir», todo un gran piropo viniendo del astro brasileño. Pero ella, con la humildad que la caracteriza, y ante su fama desbordante, dijo en una ocasión que “soy sólo futbolista. No he liberado esclavos ni he cambiado el mundo. Simplemente juego al fútbol y disfruto de mi éxito”. Mia Hamm, casada con el pelotero Nomar Garcíaparra, toda una leyenda del fútbol femenino, hoy se dedica a obras caritativas a través de su Fundación Mia Hamm, que reúne fondos para tratar pacientes de trasplante de médula ósea.