Michel Camilo durante años tuvo pánico a tocar en solitario

Michel Camilo durante años tuvo pánico a tocar en solitario

Cuando se escucha a Michel Camilo (Santo Domingo, 1954) en directo, a cualquiera se le escapa una sonrisa sin querer. Digamos que de forma totalmente inconsciente. Dicen que la risa es contagiosa o que si sonreímos sembramos otras sonrisas a nuestro alrededor. Justo es lo que hace Camilo.

Sonríe tanto y tan intensamente cuando toca que su alegría y su pasión se contagia como una enfermedad infecciosa. Se trata de una especie de “poder Michel Camilo” que también se aprecia al poner su disco en un reproductor, y lo que es más, continúa de alguna forma en las distancias cortas.

En un salón de un gran hotel de Madrid, con música de piano de fondo, Camilo habla  como si se tratara de alguien a quien conociera de toda la vida, sobre su último trabajo, “What’s up?”, el número 23 de  su carrera y el segundo grabado sólo al piano.

¿Siempre tiene una sonrisa? Sí, sí… Siempre trato de pasármelo bien. La vida es muy corta y hay que disfrutarla mientras se esté aquí. Habrá momentos de sufrimiento y de pena, pero es bueno pasárselo bien con todo lo que uno hace.

Tocando también sonríe… Sí, porque la música es emociones, intimidades y experiencias de la vida. Quizás lo que se nota es la alegría de poder hacer lo que vine a hacer, aquello para lo que nací. Siento eso: qué bien estar vivo y qué bien poder estar delante de un público. Eso es todo un lujo.

¿Por qué sólo dos discos de piano en toda su carrera?  Porque es simplemente al desnudo. No hay dónde esconderse. No hay solo de bajo ni de batería, sólo eres tú mismo con tus dos manos y tus dos pies.

Durante muchos años me negué a tocar en solitario. Le tenía pánico. Para mí era demasiado intenso y decía que no a ofertas de conciertos solo de piano hasta que un día dije que sí y funcionó. A la gente le gustó. Pensaba que se iban a aburrir de oír el mismo instrumento todo el tiempo y para que no se aburrieran pensé en jugar con los tonos, los tempos y los colores. Uno va tejiendo así el discurso musical y la improvisación, que se basa en cuidarme de no repetir el mismo punto de vista. (hoyesarte.com)

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