Brasilia.– Michel Temer puede haber comenzado a frotarse las manos tras la decisión del Senado brasileño de avanzar a la última fase del proceso contra la mandataria Dilma Rousseff, que pudiera convertirlo en presidente hasta el 1 de enero de 2019.
Después de una sesión que duró unas 16 horas, el Senado aprobó la madrugada de este miércoles un informe que recomienda la destitución de Rousseff, acusada de irregularidades fiscales, y deja a Temer a un paso de ser confirmado en el cargo que, por ahora, ocupa en forma interina.
La banda presidencial que Temer usa desde mayo, cuando sustituyó a Rousseff, suspendida debido al juicio político, será suya hasta el 1 de enero de 2019 si el Senado finalmente destituye a la mandataria en una última votación prevista para fines de este mes.
Michel Miguel Elias Temer Lulia, abogado constitucionalista de 75 años, católico y descendiente de libaneses, jamás fue candidato a la Presidencia, pero el cargo le ha llegado ahora de carambola.
Ocupó desde 1987 un escaño en la Cámara de Diputados, que llegó a presidir tres veces, y solo lo dejó para las presidenciales de 2010, cuando aceptó acompañar a Rousseff en la fórmula que a ella la llevó al poder y a él a la Vicepresidencia.
Jefe supremo del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más importante del país, Temer fue un fiel y discreto vicepresidente hasta fines del año pasado, cuando decidió revelar sus discordias con Rousseff en una explosiva carta.
El juicio político contra la mandataria ya se insinuaba y Temer, con un agudo sentido de supervivencia política, se comenzó a apartar de Rousseff, de quien dijo en esa carta que “siempre” lo había visto como un “vice decorativo».
Confesó que se sentía como un “accesorio” que “solo era llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas” y así le puso punto final a una relación de seis años con Rousseff, quien desde entonces lo tilda de “traidor”, “conspirador” y “golpista».
El pasado 12 de mayo, cuando el Senado suspendió a Rousseff y encaramó a Temer en su lugar, dijo que pretendía gobernar consciente de su “interinidad”, pero aclaró que se dedicaría a tratar de “sacar al país” de la profunda crisis económica y política que atraviesa.
“Gobierno como si fuera para siempre”, dijo en una reciente rueda de prensa con corresponsales extranjeros, aunque siempre subrayó que si Rousseff es absuelta le devolverá el poder “sin objeciones”, por su “absoluto respeto” a la Constitución.
Sus primeras medidas como presidente interino causaron polémicas de todo tipo y color. Unas se debieron a la composición de su gabinete, sin mujeres ni negros, lo que para los partidarios de Rousseff habla del talante “machista” y “racista” de este político de centroderecha.
Otras vinieron de la mano de la corrupción. Tres de los miembros de ese gabinete cayeron en las primeras tres semanas de Temer en el poder, sospechosos de haber participado en la red de corrupción que operó en la petrolera estatal Petrobras.
Ahora, unas sospechas similares fueron vertidas contra el propio Temer, de quien la revista Veja aseguró que recibió “dinero negro» para campañas, lo cual el presidente interino ha negado de inmediato.
En medio de críticas y polémicas, llegará el próximo viernes a su tercer mes en el poder, período en el que se ufana de haberle dado a la relación entre el Gobierno y el Congreso la “normalidad” que, en su opinión, el difícil carácter de Rousseff había hecho “inviable».
También le ha cambiado la cara al Ejecutivo mediante su lenguaje, entre rebuscado y culto, que contrasta con Rousseff y sobre todo con su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva, más campechanos y dispuestos a hablar “como el pueblo».
De perfil bajo, siempre con trajes impecables y un peinado que la gomina mantiene inalterado, se ha ido relajando en el poder y ha comenzado a aparecer en actos oficiales junto a Marcela, su tercera esposa, una exreina de belleza 43 años menor que él. Incluso se dejó ver con ella cuando juntos fueron a buscar a la escuela a “Michelzinho”, único hijo de la pareja, de seis años, y el quinto de Temer.
Su ascensión al poder también ha servido para darle publicidad al libro “Anónima intimidad”, una recopilación de poemas de su autoría que Temer publicó en 2010.
Uno de ellos, dedicado a Marcela, ha tenido una extraordinaria repercusión, sobre todo porque revela una cara desconocida y, para muchos, jamás imaginada de Temer.
Bajo el título “Rojo”, el poema dice- “De rojo, resplandeciente, lenguas de fuego, ojos brillantes que sonríen con labios rubros, incendios toman cuenta de mí, mi mente, mi alma, todo mío en brasas, mi cuerpo incendiado, consumido, disuelto, finalmente restan cenizas, que desparramo en la cama, para dormir».