Miches, según P. Mckinney

Miches, según P. Mckinney

Ignoro si el sábado en que el senador Roberto Rodríguez llevó un grupo de periodistas por la provincia El Seibo, el día estaba soleado y los invitados pudieron ver la cordillera en todo su esplendor, compuesta de “frescas montañas azules”, como hubiera dicho Pedro Mir, y si al tomar la pendiente que lleva a Miches, se extasiaron con el paisaje marino que sólo se puede ver allí. Lo que si se es que entre los periodistas había un infiltrado, que camuflado se metió en el grupo fingiendo ser cronista de noticias, siendo su oficio real el de poeta. Pablo Mckinney fue a El Seibo y dijo haber visto allí solo polvo y dolor y que únicamente en Miches había visto alegría en el rostro de las muchachas.

Al ser Miches un lugar donde la naturaleza se desbordó en privilegios, habrá siempre motivo para sonreír sin importar el olvido en que vivimos por parte de las autoridades de los distintos gobiernos.

Por ese eterno olvido en que hemos vivido tenemos tres vías de acceso todas intransitables, un acueducto construido en un 50% y cuya cuantiosa inversión corre el riesgo de perderse, calles sin asfalto, el sub-centro de salud funcionando por la caridad de algunos, escuelas que no merecen llamarse tales, la espera sin esperanza de que se instale una línea de transmisión eléctrica de por lo menos 69KV, capaz de dar servicio adecuado para un anunciado y al parecer inminente desarrollo turístico, la hermosa y vital Laguna Limón enferma y sin atenciones de los señores de Medioambiente.

En Miches vivimos desprotegidos, carentes de todos los servicios propios de la civilización, vivimos como podemos, como decía mi abuelo. Pero ahora, por lo menos, Baní nos prestó su poeta. Nos ha prestado su voz. Algo es algo.

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